“¿Qué vas a ser cuando seas grande?”. “Quiero ser buena persona”. “Sí, muy bien, ¿pero ya pensaste que vas a estudiar?”. “Sí, Contabilidad”.

Hoy, ya de grande, me toca preguntarle a quienes vienen a estudiar a la Fundación Oficios si terminaron la secundaria. La respuesta en muchos casos es “No, yo no soy nada”.

Haciendo memoria, muchas veces respondí “soy contador” cuando me preguntaron qué había estudiado, o qué era. Con el tiempo me fui armando de conciencia y empecé a responder que era buena persona, buen padre, buen hijo, buen amigo o buen ciudadano. El título universitario no tenía que ver con eso.

Sin embargo, y más allá de lo que yo diga o piense, muchas personas que no terminaron la secundaria van a seguir con el estigma de decir “no soy nada”. Estudiar no nos “hace”. Sin embargo nos prepara. Nos graba en el cuerpo hábitos, para que a los dieciocho años salgamos al mundo adulto a tomar decisiones que impactan en nuestras vidas.

Quienes no tuvieron esa suerte no tienen esos hábitos. Pero lo que más pesa sigue siendo no “ser” por no haber estudiado la secundaria.

¿La Fundación Oficios repara eso? Podría decir que sí. Otorgamos títulos a quienes demuestran haber aprendido.

Los títulos reconocen y certifican que quienes se hacen el tiempo para acomodar sus tareas, viajar y cursar, o vienen después de trabajar saben hacer ese oficio.

No reemplazamos lo que debería dar la escuela secundaria. Pero sí damos un escalón para que, donde uno esté, pueda apoyarse mejor para crecer. Pueda encender su voluntad, y se llene de dignidad y orgullo por el esfuerzo realizado.

Eso sí hacemos. Y creo que es uno de los valores esenciales de la educación.

 

Sergio Moreno, Director Ejecutivo de Fundación Oficios