La cuarentena, que ya lleva más de dos meses, trajo como consecuencia un aumento en las consultas por casas con jardín en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires. Te contamos las tendencias en esta nota.

El Covid-19 dejará muchas anécdotas, recuerdos y experiencias. Pero sin dudas, una enseñanza será la de volver a las fuentes, a lo natural. Si buscamos en el diccionario la definición de “natural”, podemos encontrar: “que forma parte de la naturaleza de algo y es propio y característico de ello”. Entonces, podemos preguntarnos, ¿qué es propio de la naturaleza del ser humano?

Tras más de una década de investigaciones, científicos del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, han concluido que la naturaleza es un componente esencial para la salud y un factor influyente en el comportamiento humano. Según sus investigadores, en zonas donde hay espacios verdes, la gente es más generosa y sociable. Y existen fuertes lazos de vecindad social y un mayor sentido de comunidad, más confianza mutua y una mayor voluntad de ayudar a los demás.

Efecto encierro
Si miramos lo que está ocurriendo hoy con las familias que viven en departamentos en pleno centro urbano, nos damos cuenta de que sus repentinos deseos de mudarse a una casa con jardín, árboles y lagunas no es casual, es natural. “El efecto de encierro de la cuarentena acentuó en la población un deseo que siempre estuvo presente, pero que en circunstancias normales quedaba relegado: el sueño de un cambio de calidad de vida”. Así comienza a explicarlo Jorge Von Grolman, gerente comercial de Eidico.

Jorge Morel, fundador de Jorge Morel Consultores Inmobiliarios, coincide con Von Grolman, y cuenta que desde la segunda semana de abril comenzaron a recibir un aluvión de consultas por lotes y casas en barrios cerrados. “Es gente que quiere cambiar de estilo de vida. En su mayoría familias con hijos pequeños que buscan más espacio, contacto con el verde y la posibilidad de realizar actividades deportivas. Y no sólo quedan en consultas a través de recorridas virtuales, tanto de lotes como de casas. Algunos clientes se están animando a reservar. Estamos teniendo un promedio de tres reservas de lotes por semana. Hasta el momento, el crecimiento de las ventas ronda el 20%. Pero creemos que la tendencia se profundizará cuando termine la cuarentena”, asegura Morel.

Von Grolman, por su parte, cuenta que en los últimos dos meses han notado un incremento progresivo de consultas en sus proyectos. “Después de hablar con los interesados, notamos que son personas que viven en lugares céntricos y que siempre tuvieron en mente mudarse a las afueras. En general, buscan casas con más metros, pero fundamentalmente que tengan jardines y estén rodeadas de árboles y lagunas. También, que se encuentren dentro de barrios cerrados que ofrezcan infraestructura social y deportiva. Y finalmente, buenos accesos para poder abastecerse y trasladarse”, describe el gerente comercial de Eidico.

¿Cuál es el público que consulta?
En cuanto al público que consulta, Morel lo divide en tres grupos. “Un 50% se reparte entre constructores que quieren aprovechar el bajo costo de construcción en dólares, e interesados por Costa Esmeralda, un mega emprendimiento de 4.000 lotes en la Costa Atlántica, muy cerca de Pinamar. El dólar altísimo, las restricciones cambiarias y ahora el dólar turista hicieron que el argentino pusiera nuevamente el foco en los balnearios argentinos. El otro 50% son familias con hijos que viven en departamentos y quieren comprar un lote para construir, ya sea una casa de fin de semana o su vivienda permanente. Muchos no cuentan con el capital para construir, pero ya quieren dar el paso de comprar el lote. Con esto ya se sienten más cerca de cumplir su sueño de vivir en una casa”.

Uno de los emprendimientos que comercializa Jorge Morel Consultores Inmobiliarios que está teniendo fuerte demanda es San Sebastián. Se trata de uno de los masterplanes de Eidico, de 1.110 hectáreas, de las cuales 154 corresponden a lagunas, y 3.600 lotes, ubicado en el Partido de Pilar, en el límite con Escobar, a la altura del km 54 del ramal Escobar de la Panamericana. “Allí se consiguen lotes desde U$S 6.000. Y si bien el metro de construcción no tiene un valor fijo, podríamos decir que por unos U$S 110.000 adicionales, o incluso menos, podemos construir una casa de 150 m2, con tres dormitorios, y buena calidad de terminaciones. Como podemos ver el sueño de la casa con jardín, espacios verdes, lagunas e infraestructura deportiva no está tan lejos como la gente piensa. Yo me pregunto, ¿por ese monto qué conseguimos en la Ciudad de Buenos Aires?”, reflexiona Morel.

El verde transmite calma, equilibrio y armonía. Es el color más relajante para el ojo humano. La Organización Mundial de la Salud recomienda que debe haber 9 m2 de áreas verdes como mínimo por habitante. Y como superficie óptima estableció entre 10 y 15 m2. La Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, cuenta con 6 m2 de espacios verdes por ha¿Por qué el ser humano necesita del contacto con el verde?bitante. Mientras que un barrio cerrado en una localidad como Tigre, Escobar o Pilar cuenta con un promedio de 300 m2 de espacios verdes por habitante.

Si tomamos estas estadísticas y la premisa de que el ser humano necesita de la naturaleza, entonces suena lógico que luego de 60 días de confinamiento, quienes habitan un departamento en plena ciudad sientan la necesidad de un cambio de vida, o en realidad, simplemente de volver a las fuentes.

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