El mercado inmobiliario es un importante dinamizador del empleo y de la actividad económica en general. Muchos sectores de productos y servicios se mueven a su alrededor, directa e indirectamente. 

Texto: Mónica Fernández – IG: @tudineroxl

La construcción fue sin duda de las actividades más afectadas por el Aislamiento Preventivo y Obligatorio (ASPO). Junto con el sector de hoteles y restaurants, registró las peores ratios. La retracción de la actividad ronda el 85% en ambos sectores (respecto del pre-ASPO) de acuerdo a la última medición del INDEC, publicada en el Estimador Mensual de la Actividad Economica (EMAE).

Pero así como el aislamiento la paralizó sin previo aviso, en la reapertura y en la reconstrucción de la economía post pandemia, la construcción está llamada a tener un rol protagónico.

El rol protagónico del mercado inmobiliario

No será la primera vez. Históricamente ha sido dinamizador de la economía. En promedio, tiene un peso de alrededor del 6% del Producto Interno Bruto (PIB). Pero la onda expansiva de la actividad es muchísimo mayor. Se siente fuerte en el empleo. Abarca no sólo la actividad propiamente dicha de construcción, sino la gran cantidad de servicios que intervinen a lo largo del ciclo. La demanda de bienes y servicios ligada a esta industria es intensiva.

Nuestra industria tiene un efecto multiplicador y virtuoso como pocas otras en lo que es generación de empleo directo e indirecto. También en lo que hace a inversión en infraestructura aprovechable a todos, mayores valores de tierras e inmuebles y aportes impositivos a nivel nacional, provincial y municipal”. Así lo describe Patricio A. Lanusse, director de Relaciones Institucionales de Eidico.

Ariel Champanier, CEO de RE/MAX Premium, destaca otro aspecto que hace al desarrollo del sector y que es pieza fundamental en su capacidad de recuperación. “Por todas las crisis que hemos pasado, el ladrillo siempre se vio como resguardo de valor. Y de chicos nos enseñaron la importancia de tener nuestra propia casa. Se trata de una inversión con muchísima menos volatilidad, en algo que es primera necesidad y que siempre va a faltar, más en la Argentina donde hay un déficit importante de viviendas”.

Lanusse aporta en ese sentido que “fomentar el desarrollo de viviendas es fomentar una actividad que tiene un efecto multiplicador exponencial”.

Plan de acción

Para que el motor ruja con más fuerza, desde las cámaras y asociaciones que nuclean a los empresarios del sector le acercaron hace ya unas semanas un proyecto que sería dinamizador de la actividad al Gobierno Nacional.

Se trata del “Plan de Reconstrucción de la Economía a través de la Construcción Privada” que elaboraron de manera conjunta la Cámara Argentina de la Constucción (CAC), la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU) y la Asociación de Empresarios de la Vivienda (AEV). La prupuesta, incluso, fue consensuada con el gremio de Obreros de la Construcción (UOCRA).

El proyecto se presentó formalmente al Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y al secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Béliz, en una reunión mantenida por videoconferencia.

“La propuesta se basa en el análisis de los datos que indican que la construcción privada representa el 70% de la actividad del sector y la misma requiere poco aporte estatal, aunque sí necesita incentivos para recomponer la atracción del inversor. A cambio, genera un impacto en la recaudación fiscal directa e indirecta equivalente a un 50% de la inversión y un efecto casi inmediato en la creación de trabajo”, detalla la CAC en un comunicado de prensa.

Lanusse es claro en ese sentido. “Los desarrolladores no necesitamos subsidios o exenciones, sino mecanismos que potencien y fomenten la actividad, a la demanda y la oferta”.

El plan presentado incluye tres etapas que van desde el tercer trimestre de 2020 hasta 2021. En sus puntos salientes propone lo siguiente.

  • Reactivar las obras en curso utilizando boletos y adhesiones a fideicomisos de desarrollo.
  • Activar el régimen de exenciones impositivas de la Ley de Presupuesto de 2019, para viviendas de valor inferior a 140.000 UVAs, simplificando su implementación.
  • Crear un vehículo para inversión en construcción –Sociedad Simplificada de Construcción– con incentivos a inversores y familias, con efecto fiscal positivo.
  • Impulsar el crédito hipotecario que, para el tomador, ajuste por el Coeficiente de Variación Salarial (CVS), con un fondo anticíclico de compensación ante eventuales descalces entre CER y CVS, ya que se mantendrían los depósitos ajustados por UVA.

En el último trimestre de este año y el año próximo las propuestas son las siguientes.

  • Exteriorización de pesos para flujo de inversiones en obras nuevas y en construcción.
  • Una Ley de la Vivienda que incentive la inversión permanente en vivienda para venta, alquiler o leasing, para los sectores medios de la población y que difiera el pago del Impuesto a las Ganancias sobre el aporte del terreno.
  • Aportes previsionales para financiar la compra de viviendas, similares a “Minha casa, minha vida” de Brasil o al Infonavit de México
  • Incentivo de créditos hipotecarios implementados contra posesión.

Opción de ahorro

Además de su efecto movilizador de la economía, el desarrollo y construcción de inmuebles es una herramienta de inversión sumamente valorada por los argentinos. Quizás porque la historia nos condena, quizas porque nuestra cultura de ahorro en el mercado de capitales es escasa o, seguramente, por una conjunción de ambas, invertir en “ladrillos” es una de las alternativas preferidas para resguardar el valor de los ahorros. “Más allá de la situación que estamos viviendo, creemos que aún en condiciones macroeconómicas adversas, los desarrollos de lotes y viviendas (casas o departamentos) pueden ser una opción atractiva para todo aquel que tenga ahorros en pesos ya que, al aplicarlos a un desarrollo, estaría protegiendo y “dolarizando” su ahorro”, postula Lanusse.

“Además del beneficio económico -avanza Lanusse- en este tipo de desarrollos se destaca la posibilidad de disfrutar del aire libre y la naturaleza, algo muy valorado en estos momentos. Muchas inmobiliarias nos comentan que han aumentado mucho las consultas por unidades con jardín. Provienen de personas que viven en departamento y que esta situación los hace repensar su estilo de vida”.

Roberto Vivaldo, presidente de Centrury 21 Argentina, una red de brokers inmobiliarios con presencia en varios países, destaca que “la inversión en ladrillos trae como resultado final siempre buenos dividendos, particularmente si se trata de responder a una inversión a largo plazo. Quién invierte en metros cuadrados en la Argentina se posiciona frente a otros activos recurrentes, aún en momentos de fuertes caídas”.

“Incluso imaginando una fuerte baja del precio construido hoy mantiene buenas expectativas dado el margen frente al costo de construcción vigente”, remarca el ejecutivo.

Desde Eidico, Lanusse también pone foco en la oportunidad que los valores actuales representan para el inversor. “La variación del dólar, en lo inmediato, hace menos costosa la construcción. Son ventanas de oportunidad que van cambiando, en general a la variación del dólar, el peso le sigue atrás. Pero en el corto plazo significa una ventaja para quien tenga disponibilidad y pueda aplicarlo a construir”.

“El volumen de consultas que tuvimos en los últimos meses en busca de oportunidades y de zonas más conectadas con la naturaleza nos dio ánimo para salir a ofrecer productos que teníamos casi listos”, cuenta Lanusse.

“Hoy, y debido a este contexto, pensamos en que el sistema al costo y la financiación en cuotas, con variables como sorteo y licitación, pueden ser buenas alternativas”, dice respecto a las alternativas de repago. “Si bien nuestros proyectos son de mediano plazo por definición, creemos que en este contexto habrá un público que demande vivienda como inversión y con capacidad de pago en plazos más cortos”, concluye Patricio Lanusse.