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Diego, José y sus cinco hijos se mudaron a San Martín de los Andes hace tres años. Lo que comenzó siendo una aventura ya es parte de su vida porque con la mudanza descubrieron la mejor manera de criar a sus hijos.
Cuando vi la casa, el lugar donde viviríamos… me encantó. Recién en ese momento hice el clic de lo que significaba vivir en el Sur”, recuerda Josefina sentada en el jardín de su casa en Vallescondido, mientras que dos de sus hijos van y vienen intrigados por la entrevista. Llegaron a San Martín en 2011 por el trabajo de Diego, su marido, y hace un año se mudaron a nuestro emprendimiento. “Desde un principio me gustó el lugar, los chicos están todo el día sueltos, andan a caballo, esquían, navegan, van al lago, hasta tienen una casita para jugar”, describe contenta.
El sur del país es un destino turístico muy importante, admirado internacionalmente. A lo largo de los años se ha convertido en una interesante opción de vivienda permanente. “Es impresionante la cantidad de obra que se ve, hay muchas construcciones, parece que mucha gente está eligiendo mudarse a San Martín”, continúa Jose y agrega: “lo que sí, no sabemos quienes son los que van a quedarse porque también hay mucha gente que viene por una temporada y luego se va, o familias que vienen por cortos períodos de tiempo, un par de años tal vez”.
Mientras charlamos, se acerca Gonzalo (7) y le susurra al oído: “Mamá, el caballo ya está ensillado”. Es que hace un par de meses, esta familia compró nada menos que un caballo al que los chicos no pueden sacarle los ojos de encima. “Para nosotros Vallescondido es esto, 100% naturaleza: trepar árboles, cabalgar, jugar y desarrollar la creatividad”, explica Jose luego de este episodio y añade con alegría: “Ayer los chicos hicieron un campamento, prendieron un fueguito e hicieron huevos fritos”.
Vallescondido cuenta con 450 hectáreas y 364 lotes de media hectárea cada uno. Está ubicado en la ladera del Cerro Chapelco, a 6 km del centro de San Martín. Allí no hace falta televisión ni playstation porque los chicos pueden jugar con libertad y seguridad. Eso sí, la ropa necesita mucha dedicación porque como nos comentó Jose, ¡todos los días termina hecha una mugre!