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Texto: Mónica Fernández

Arrancó febrero y arrancaron también los aumentos de tarifas. Este mes empezarán a llegar las facturas de luz actualizadas, también suben los peajes y la medicina prepaga. El calendario de incrementos previstos terminará de completarse entre marzo y abril.

De acuerdo a los datos que surgieron de las Audiencias Públicas, la tarifa promedio de luz en la zona de Capital Federal y Gran Buenos Aires, aumentará un 36% (las empresas distribuidoras, Edenor y Edesur, estimaron que la factura media pasará de $360 a $490 mensuales). Las coberturas de medicina prepaga tienen autorizado un aumento del 6% para este mes que, en la mayoría de los casos, se verá reflejado en la boleta que se paga en marzo. La telefonía celular subirá entre 6% y 12% según las empresas. El impuesto  provincial sobre las viviendas (ABL) aumentará en torno al 30% y algo similar se espera para el tributo municipal. La lista sigue con el gas (las primeras subas se verían en la factura de abril), los nuevos incrementos en combustibles y peajes y, por supuesto, la educación privada.

El nuevo esquema de actualizaciones periódicas en las tarifas llegó para quedarse y tiene, obviamente, su impacto en el presupuesto familiar. Éste será mayor o menor de acuerdo a la mejora salarial que cada familia tenga sobre su ingreso una vez cerradas las paritarias salariales. Pero también en los hábitos de consumo definirán gran parte del número final.

Así planteado está el 2017. Será fundamental revisar la lista de gastos comparar precios con otros prestadores en los casos que esto sea posible (proveedores de Internet, seguros, telefonía celular o televisión por cable). Además, sería bueno pasar el peine fino sobre servicios contratados que quizás no sean imprescindibles (es muy común, por ejemplo, el adicional de señales premium en la televisión por cable que empezaron como bonificación pero que un día empezaron a pagarse y quizás no lo usamos en todo el mes). Y sobre todo plantearse muy enserio el tema del ahorro de energía (electricidad y gas) para mantener el equilibrio en el bolsillo de acá en adelante.

Eficiencia para ahorrar

Cuando hablamos de ahorrar, no se trata sólo de consumir menos (básicamente no derrochar la energía), sino de consumir mejor. Si antes no le dábamos la menor importancia a esa etiqueta con barras que van del verde al rojo indicando la eficiencia energética de un electrodoméstico, ahora debemos mirarlo con lupa. Igual que al tipo de lámparas que utilizamos, o a la posibilidad de emplear energías alternativas. Estos hábitos pueden reducir casi a la mitad el consumo de una familia. No hay que olvidar que el sistema tarifario actual prevé “premios y castigos”, reduciendo el costo para quienes achican el consumo respecto del mismo mes del año anterior.

De acuerdo a un análisis realizado por la subsecretaría de Eficiencia Energética de la Nación, los artefactos eléctricos clase “A” consumen aproximadamente un 50% menos de energía que los que presentan un consumo medio (los “D” y “E). Las letras que grafican la eficiencia van de la “A”, representada por una franja verde, a la “G”, con un rotundo rojo (se estima que este tipo de aparatos consumen 25% más energía en promedio). Los electrodomésticos eficientes y con nuevas tecnologías (como el caso de “Inverter” en los aires acondicionados) suelen costar un poco más al momento de comprarlos, pero la diferencia se justifica con creces si se tiene en cuenta el ahorro que esto significará en las facturas de electricidad y gas.

Por ejemplo: una heladera con freezer “A” consume la mitad que una similar pero clasificada “C”, un lavarropas de última generación puede reducir el consumo casi cuatro veces. Entre las recomendaciones de la subsecretaría para ahorrar energía figuran: usar programas de lavado con agua fría en lavarropas (el agua caliente incrementa hasta el 80% el consumo), evitar las filtraciones de aire para que no se escape el frío/calor del ambiente, programar los aires acondicionados en 24° y limpiar sus filtros cada seis meses.

Otro ítem importante son las lámparas con las que iluminamos la casa: las LED son las mejores, consumen muy poco y duran mucho tiempo. Le siguen en eficiencia las de “bajo consumo”. Además, mantener las bombillas limpias también contribuye al ahorro: una lámpara sucia o en mal estado pierde hasta un 50% de su luminosidad.

Ir en busca del uso de otro tipo de energías también sumará (o mejor dicho ¡restará!) al resultado final. Los termo-tanques solares, por ejemplo, ya son una realidad. Longvie, realizó una alianza con Energe, una empresa mendocina dedicada al desarrollo de soluciones de energía renovable para el hogar y la industria, para el diseño y la fabricación de termo-tanques solares.

 

“El termo-tanque solar –explican en la empresa- se complementa con el actual termo-tanque (a gas o eléctrico). El agua ingresa precalentada por energía solar, ofreciendo una solución perfecta para una instalación doméstica o industrial para el calentamiento de agua sanitaria, con el objeto de reducir notablemente el consumo energético”. El uso de esta tecnología permite ahorrar hasta un 80% del consumo regular de gas o electricidad.

La carrera hacia un uso más eficiente de la energía ya está en marcha y los argentinos deberemos ir poniéndonos a tono con las reglas que desde hace tiempo rigen en los países más desarrollados. Una inversión en artefactos más “verdes” que se notará en nuestros bolsillos.

 

Para seguir leyendo:

https://www.minem.gob.ar/usoresponsable/electricidad.html

https://www.minem.gob.ar/usoresponsable/gas.html

http://www.enre.gov.ar/web/web.nsf/PorAlfab?OpenPage