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El gran equipo que constituye Eidico abarca mucho más que a los ciento sesenta empleados que trabajamos en la oficina de Benavídez. Puertas afuera, existen cientos, quizá miles, de personas que directa o indirectamente hacen que el mundo Eidico crezca y se desarrolle. Son contratistas, proveedores o empleados de nuestros proyectos que constituyen un rol fundamental y hacen que la red se multiplique.

Algunos nos acompañan desde los comienzos, vieron crecer nuestros barrios o contemplaron cada ladrillo colocado en una casa en construcción. Otros, son la cara que recibe cada día, desde hace años, al propietario que llega a su casa. También está el que nos cuida y nos saluda a la mañana al llegar a la oficina. Y detrás de cada uno de ellos, existe una historia.

Esta vez quisimos conversar con tres de aquellas tantas personas que nos acompañan y que eligen seguir siendo un eslabón más de esta cadena.

SONRISAS DE BIENVENIDA

Rubén Juárez, trabaja hace ocho años como guardia de seguridad de nuestros barrios. Recorrió Altamira, San Isidro Labrador, Santa Clara y San Marco; y hoy es quien nos recibe, siempre sonriente cada mañana al llegar a la oficina. Rúben, así, con acento en la primera sílaba, es muy atento y cordial. Almuerza junto a nosotros en el comedor y todos le tenemos gran aprecio.

Gracias a su antigüedad, tiene un gran conocimiento sobre el trabajo de cada comunidad.

Nos cuenta que durante estos ocho años, pasaron muchas cosas pero nos aclara: “Nunca nada malo, gracias a Dios”. Un lindo recuerdo que guarda es cuando Eidico festejó sus 20 años y vino a la fiesta junto a su mujer para celebrar el recorrido de la empresa que elige todos los días para trabajar.

DIRECCIONANDO PROYECTOS

En 2009, Nicolás Laurizi llegó a Mar del Plata para trabajar en Arenas del Sur, un barrio ubicado en un lugar que inspira tranquilidad, en medio de un espacio verde. En 2013 se sumó a Barrancas de San Benito, nuestro proyecto en Chapadmalal, como Director de Obras Particulares.

Tuvo que aprender nuevas cosas y se encontró con cualidades que ni él sabía que tenía. ”Desarrollé la vocación de docente, oculta hasta entonces, porque aprendí a explicar el porqué de todo, tratando de que cada propietario entienda que el desarrollo tiene una historia, una necesidad y un objetivo particular que busca el bien general por encima del individual”, explicaba haciendo referencia a su puesto y a su vínculo con los propietarios.

Fueron años en los que, tanto empleados como propietarios, fueron aprendiendo a convivir. Nico destaca la confianza de cada suscriptor a la hora de decidir invertir en un proyecto. “En el proceso hubo roces y choques pero luego se entiende y se valora”, agrega.

CUSTODIANDO NUESTRAS PUERTAS

Fidel Arrúa, como su nombre lo indica, es una persona muy fiel. Tiene 55 años y llegó hace 22 a nuestros barrios. Acompañó el desarrollo de Altamira, uno de nuestros primeros proyectos en Tigre, más tarde lo trasladaron a Santa Bárbara y desde hace diez años trabaja en Santa Clara, donde tiene a cargo seis colaboradores.

No sólo destacamos sus veintidós años dedicación, sino también su “empuje”, ya que vive en Grand Bourg y va a todos los días en bicicleta hasta su trabajo. Cuarenta minutos de ida y lo mismo de vuelta más el cansancio acumulado, es lo que tarda en pedalear.

Fidel también nos contó que el trato, tanto con los propietarios como con las personas que van diariamente a trabajar al barrio, es en gran parte positivo.

Y entre mate y mate, le preguntamos cuál era su sueño al jubilarse: “Mi padre era electricista y carpintero, y a mí me gustaría seguir sus pasos”. Entonces le contamos que hay un lugar muy cerca donde puede capacitarse, la Fundación Oficios. Lo animamos a anotarse en los cursos gratuitos y, quizás, ese sueño pueda convertirse, algún día, en realidad.

En Eidico nos alegra que personas valiosas sigan apostando a trabajar para esta inmensa red. Y aunque sea difícil conocer la historia de cada una, es bueno saber que en estos 23 años de trayectoria, no sólo nosotros crecimos, sino también miles de personas gracias a tantos proyectos desarrollados.

Texto: Lucila Jordán