Fran se crió en San Isidro y Marian, en Tandil: ambos crecieron en medio de un ambiente verde y tranquilo, lejos de las bocinas y la vorágine del centro porteño. Cuando se casaron y comenzaron a proyectar la casa para su nueva familia, no lo dudaron; querían que sus hijos también crecieran disfrutando de la naturaleza y valorando las cosas simples de la vida como lo hicieron ellos.

Texto: Sofía Stavrou

Francisco Bartolomé es empresario de Comercio Exterior y apasionado por el running, las travesías en bici y el fútbol con amigos. Mariana Antonutti es dueña de Rental Haus, una empresa de alquiler de muebles para eventos que creó junto con su cuñada y socia, siguiendo su pasión y buen gusto por la decoración de interiores.

Conocieron El Encuentro gracias a un familiar que les recomendó el barrio y les aseguró que iba a ser el lugar ideal para su nueva casa: el mismo día que lo visitaron, Fran y Marian coincidieron en que ese era el lugar en el que tenían que estar.

Después de siete años de casados, dos hijas y un bebé en camino, hoy valoran la decisión que tomaron un tiempo atrás, al ver a su familia disfrutar de todo lo que tiene el barrio. Las plazas con juegos siempre son un paseo perfecto y el punto de encuentro con otros amiguitos del barrio. Las travesías en bici son un clásico que se repite cada sábado, y las salidas en kayak por la laguna son algunas de las aventuras preferidas para los cuatro. Fran se encargó de comprar chalecos para todos y es quien rema junto con las chicas, que se sorprenden y se ríen con los patos que aparecen durante el camino.

Al momento de elegir su recuerdo preferido en la nueva vida juntos en El Encuentro, Fran se queda con el día en que llevaron a Antonia recién nacida -su primer hija- a conocer lo que sería su nuevo hogar: la casa estaba en plena obra, pero ya soñaban con el proyecto terminado mientras le mostraban cuál sería su habitación. Marian recuerda con emoción el día en que llevó a sus hermanos a conocer el terreno; cada uno plantó un árbol como un regalo y símbolo de unión familiar.

Hoy, Fran y Marian se declaran fanáticos del barrio. Son anfitriones de lujo y las puertas de su casa siempre están abiertas para recibir gente con un asado o unos pollos al disco. Construyeron una relación de amistad con sus vecinos y entre los hijos de todos. Aman las noches de luna llena desde la laguna y la huerta que armaron en el jardín de su casa. ¡Los dos confirman que no cambiarían El Encuentro por nada del mundo!