En abril se celebra el Día de la Tierra con el objetivo de concientizar a la humanidad sobre los cuidados del medioambiente. Entrevistamos a Alberto Giudici, fundador de GRINC, sobre cómo podemos actuar favorablemente desde los barrios y las casas particulares.
Texto: Mónica Fernández – IG: @tudineroxl
El “Día de la Tierra” tiene sus raíces en en 1960, pero quedó estabecido oficialmente en el 22 de abril recién en 1970. Y en 2009 fue proclamado como efeméride por la Organización de Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de concientizar a la humanidad sobre los problemas generados por la superpoblación, la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otros problemas ambientales.
¿Cómo surge?
Fue en 1970 cuando el senador norteamericano y activista ambiental Gaylord Nelson propuso la creación de una agencia ambiental y convocó una manifestación masiva a la que acudieron centenares de estudiantes. Esta presión social dio sus resultados. El gobierno de los Estados Unidos creó la Agencia de Protección Ambiental y dictó una serie de leyes destinadas a la protección del medioambiente. En 1972 se celebró la primera conferencia internacional sobre el medioambiente. Se la llamó Cumbre de la Tierra de Estocolmo, y su objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales.
“Desde el comienzo del Día de la Tierra, la conciencia ambiental ha pasado de ser una cuestión marginal a convertirse en toda una preocupación general. El 80 % de los estadounidenses se describen como defensores del medioambiente”. Así lo describió en una publicación del National Geographic la profesora adjunta del Instituto de Recursos Mundiales en Washington DC, Amy Cassara.
En la Argentina
En el mundo entero la defensa y cuidado del medioambiente es una bandera que abrazan cada vez más personas. En la Argentina, el tema va cobrando relevancia y protagonismo en la agenda tanto publica, como privada. Gobiernos, empresas e individuos, todos podemos poner nuestro granito para un medioambiente más protegido.
“El tema medioambiental está en agenda hoy en la sociedad, a nivel político y a nivel empresarial. Se están conformando redes que se interrelacionan para generar soluciones y acciones concretas a favor del ambiente y de su recuperación”. Quien lo explica es Alberto Giudici, fundador de GRINC, una empresa dedicada a la conservación y restauración ambiental, que trabaja en conjunto con Eidico en varios de sus proyectos inmobiliarios.
El medioambiente y el desarrollo inmobiliario
Entrevistamos a Alberto Giudici (AG) para profundizar sobre el trabajo que puede realizar el desarrollo inmobiliario a favor del medioambiente.
Desde el punto de vista de las empresas, las acciones que pueden encarar para mitigar el impacto de su actividad en el ambiente varían mucho según el sector en el que operan. Pero en el caso concreto de un desarrollo inmobiliario, ¿qué se debe hacer para garantizar buenas prácticas ambientales?
AG: “Lo primero es tomar una postura respecto de la sustentabilidad. En nuestro caso, lo que hacemos es trabajar en el balance de la huella de carbono. El proyecto debe tener un impacto negativo o neutro en la huella de carbono. En ese sentido, lo primero que hay que hacer es estimar, con tablas y calculadoras, el impacto potencial. Ese numero se mide en toneladas”.
¿Ustedes trabajan en ese balance con Eidico desde el mismo momento en que se planea el lanzamiento de un nuevo proyecto?
AG: “Sí. Cuando Eidico está por lanzar un barrio, nos acerca el futuro masterplan y nosotros analizamos qué ambiente originario existía en esa zona. Y a partir de ahí planteamos qué estrategias de regeneracion ambiental podemos implementar. La clave está en qué se va a hacer con el suelo absorbente, no sólo en los espacios comunes del barrio, sino en el interior de cada una de esas futuras casas. Eso en lo que respecta al proyecto en sí mismo, pero también trabajamos juntos con el entorno de esos barrios a nivel ambiental, para generar una especie de red biológica que se conecta”.
Hablabas hace un rato de la huella de carbono… ¿Cómo se genera esa huella y cómo se mitiga el impacto?
AG: “La huella de carbono es un indicador ambiental que refleja la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de los individuos, una organización, o un producto. Tenemos los hábitos de una comunidad y el dióxido de carbono que generan, o los gases equivalentes, con su vida diaria: sea al usar su auto, una cortadora de cesped, con la iluminación, residuos, etc. Como dije antes, ese impacto hay que medirlo. Una vez medido el impacto en la huella de carbono, vemos cuánto podemos “capturar” con la vegetación. Los arboles y los arbustos leñosos tienen la capacidad de capturar dióxido. Plantamos metros cuadrados de bosque para tratar de compensar el impacto”.
¿Qué consejos nos podés dejar para que seamos individualmente más amigables y más responsables con el medioambiente?
AG: “Desde el punto de vista de la forestación nuestro consejo es utilizar especies nativas. Con esto, además de capturar dióxido de carbono, se reduce mucho el uso de energía para riego, mantenimiento y de agroquímicos. Así se combina de modo perfecto un ‘parche natural’, o un jardin natural que captura dióxido de carbono, con un manejo económico y poco contaminante. El resultado es un balance excelente, que además trae asociada la aparición de un elenco de fauna que hace años que no estamos acostumbrados a ver. Se vibra naturaleza”.
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