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¿Qué significa tener un techo propio? La respuesta se extiende más allá del resguardo físico.
“Comencé a preguntarme qué sucedería si nos uníamos, si cada uno hacía un aporte para ese sueño común…” Sacada de contexto, esta frase podría pertenecer a cualquier novela moderna o un libro de psicología social. Pero no, este enunciado forma parte de la introducción del libro Una familia, una casa, cuya autoría pertenece a Jorge O´Reilly, Director de nuestra empresa.
¿Por qué un libro?
Porque contar la historia de Eidico no es hablar de una empresa. Es hablar de 30.000 familias que, gracias a un sistema, pudieron cumplir el sueño que desvela a la mayoría de los argentinos: tener un techo. Una familia, una casa no es un libro institucional. No habla de una empresa, habla de un sistema. Relata en primera persona la aventura que emprendió su autor —socio y fundador de Eidico—, junto con otros amigos y familiares, para acceder a su primera casa. Con esa cronología como puntapié inicial, la narración se desvía hacia el significado social que asume, desde los principios de la historia, para las familias, su casa.
“Una casa es mucho más que un simple techo. Allí es donde el hombre realiza y vive su propia vida y construye también, de alguna manera, su identidad más profunda y sus relaciones con los otros”, escribió Juan Pablo II en una carta de 1987 titulada La Iglesia ante la carencia de la vivienda. Con esta cita, el autor comparte la realidad más intrínseca de una casa: una casa es, sobre todas las cosas, un hogar. Así, cuatro paredes y un techo no representan simplemente un “refugio ante las inclemencias externas”. Si bien—como explica el sociólogo francés Jacques Pezeu–Massabuau, también citado en el texto— ese fue el papel que ocupó en la etapa inicial del hombre, “efectivamente, con la evolución social, la casa deja de ser una dimensión meramente material e involucra a la formación familiar y luego a la vinculación con el resto de los ciudadanos”, define O´Reilly.
De allí el derecho primordial de toda familia a poseer un hogar, un espacio de encuentro y calidez. Sin embargo, pareciera que ese derecho se escapa cada vez más del listado de prioridades en la Argentina. Jóvenes de clase media relegan la llegada de su primer techo sabiendo que no cuentan con las herramientas para conseguirlo. Decisiones de familia y matrimonio se relegan en consecuencia de ello. Cada vez son más las ONGs que levantan la bandera del techo propio y convocan a miles de personas con el objetivo de construir viviendas para quienes más lo necesitan.
En síntesis, Una familia una casa es un relato de gente común, que logró unirse para satisfacer una necesidad compartida. Es una historia que contagia y motiva a que cada vez más personas, unidas con un sistema que demuestra su eficacia, reúnan esfuerzos para cumplir su sueño.