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La Responsabilidad Social Empresaria es algo que atraviesa a Eidico desde sus comienzos y en todos sus ámbitos. No es una cuestión de filantropía y cuánto aporte social hacemos, sino cuánto se desarrollan cada uno de los participantes implicados. Por ejemplo, nuestra política interna pone como prioridad el equilibrio laboral y familiar de cada uno de nuestros empleados para que puedan encontrar acá un espacio donde crecer profesionalmente, sin dejar de lado la vida familiar. Algunos de nuestros valores son la confianza, la familiaridad en el trato, el desarrollo personal, y la equidad y el bien común, porque creemos que Eidico es la gran familia de todos.

Puertas para adentro nuestra gran misión es buscar que cada persona que pase por Eidico salga mejor de lo que entró. La nueva cultura sociolaboral está basada en la flexibilidad, el respeto y el compromiso mutuo. Por otro lado, buscamos dejar un ejemplo donde Empresa y Familia sean aliados y no competencia. Nuestro desafío de crecimiento se definió como consecuencia de este último punto y no al revés. El crecimiento económico debe estar al servicio del desarrollo del conjunto y debe ser una consecuencia y no la causa.

Por otro lado, puertas afuera, encontramos que la mejor manera que teníamos de ayudar era buscando lo mismo. La Fundación Oficios nació como resultado de las ganas de la gente dentro de Eidico de volcar sus ganas de devolver algo a la sociedad. Quisimos ordenar todas esas ganas de ayudar que surgían espontáneamente. Definimos por qué no hacer lo mismo que en los barrios y unir esas ganas en algo común y por lo tanto más fuerte. Así nació la Fundación, no como RSE obligada, sino como un sentimiento real de adentro. Buscamos unificar con lo que la empresa buscaba internamente y entonces nos concentramos en la capacitación de oficios y en el desarrollo personal de cada uno que pase por la Fundación. Las tutorías y el seguimiento que se le hace a cada persona es el valor más fuerte de esta fundación porque forma ese puente que queremos crear con cada una de nuestras acciones, porque ese contacto enriquece a cada una de las personas que participa. No le damos de comer, no le damos trabajo, les ayudamos con herramientas para que ellos puedan conseguirlo por sus medios.

Hacia afuera, hacia adentro, hacia los costados, intentamos con millones de errores, dejar una huella en la búsqueda del desarrollo del conjunto. Estamos convencidos que sólo así el crecimiento es sostenible y digno. En esta búsqueda las necesidades más urgentes, el modelo capitalista efectivo tan impulsado en el último tiempo, el individualismo imperante (lo que yo llamo el yoismo), la cultura del “ya”, de la practicidad, de lo ejecutivo, hacen de esto una tarea durísima, casi imposible. Pero si hay algo que he aprendido de los fundadores de Eidico es que hay que desafiar a lo que parece imposible, que no vale rendirse sin antes intentarlo todo, que el “NO se puede” debe ser eliminado del diccionario. Lejísimos estamos de llegar al sueño de ser ejemplo de este desarrollo común, y seguramente nunca lleguemos. Pero no tenemos dudas de hacia a donde debemos dejar todas nuestras energías. Haciendo nuestra parte, queremos contagiar a otros de crear comunidad también. Solo el futuro dirá hasta donde logramos llegar y todo lo que quedó y dejamos en el camino.