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Una historia Eidiquense, contada por alguien que es parte de la empresa hace 9 años:
Hace algunos años, me encontraba en mi casa en Córdoba con el pelo largo como un cantante de cumbia, cuando Mercedes Pasman (que estaba aliada con mi vieja; que a su vez estaba harta de mi mala conducta de adolescente), me propuso trabajar en Eidico. Acepté, pero le dije: “Con la condición de que me dejes irme a esquiar en invierno con mis amigos.” Me dijo que no, pero al final, con la condición de que no tomara nada de sol, me dejó ir. Así que tuve que estar en Bariloche con la cara tapada (le hice caso).
Me acuerdo de las primeras caras amigas. Me gastaban y me hacían comprarles cosas en el kiosco. Como había que cultivar el bajo perfil cumplía con todos los favores que me pedían. Después se fueron sumando más personajes. Nos divertíamos trabajando, combinábamos Eidico con nuestras vidas personales. Éramos unos pibes de 20, 21, 22 años.
Arranqué en PH (lo que es hoy Aprobaciones, cambió de nombre porque entre otras cosas se profesionalizó mucho más). Estábamos en la oficina número 27 del centro comercial de Santa María de Tigre. Nos dedicábamos a repartir sobres caminando bajo el rayo del sol en San José y Santa Bárbara y medíamos las casas para armar los formularios 903. En ese momento entendí el cartel de la cocina, una frase que siempre repetimos en Eidico, que dice “Hacete de abajo”.
Más tarde me tocó pasar por Atención al Propietario con muchas de las chicas que hoy siguen trabajando, y otras que fueron quedando en el camino. La pasábamos bárbaro. Había desfiles, regalos de cumpleaños, desayunos, flores, pic-nics, charlas de peluquería y hasta un día libre para la que se ponía de novia, hasta que la cosa se ponía pesada porque el tono de voz ya era terrible y tenía que ponerlas un poco en vereda, pero siempre con respeto y cariño. ¡Una época buenísima!
Para cerrar un poco este recorrido que ya ronda los 9 años en esta querida empresa, me tomo el atrevimiento de transmitirle a los que están hace menos tiempo y que son más chicos (o no), que se puede ser feliz trabajando. Se puede tener amigos en la oficina y defender tu trabajo, porque a pesar de cometer algunos errores, se hace lo mejor que se puede, siempre con honestidad y compromiso.
En Eidico mucha gente se rompió el alma de lunes a lunes, muchas veces no se durmió por un lanzamiento o por algún evento. Eidico me enseñó a trabajar, me enseñó a tratar de ser mejor persona y a pensar más en el prójimo.
Podría seguir escribiendo mucho más pero esto es lo que trato de hacer, defender mi trabajo y a todos los que confiaron en mí.
Patricio Lombardi
Jefe del Departamento de Aprobaciones y Trámites