Cooperativas, distribución de riquezas, generación de empleo, dignidad de la persona, vivienda propia, negocio inclusivo… todas palabras y frases hechas que encantan a cualquiera. El interrogante que se plantea es ¿quién es el que pasa del decir al hacer? ¿Quién es el que logra llevar a cabo esos mensajes? Y, si el resultado es exitoso, ¿nos dejaremos encandilar o podremos mantener la esencia?

Las arriba mencionadas podrían ser todas palabras  perdidas, promesas de discursos barridos por el tiempo si no existiera nadie que pudiera pasar del decir al hacer. En Eidico hacemos diariamente un esfuerzo por bajar estas palabras a acciones concretas. Y pudimos bajarlas del discurso y trasladarlas a los hechos. Sin embargo, en ese hacer, en esa concreción de ideales, tuvimos un resultado colateral: un éxito y una revalorización que permitieron la entrada en juego de un público diferente (de mayor poder adquisitivo), que nada tenía que ver con los suscriptores originales para quienes pensamos nuestros primeros emprendimientos. Un público que dijo presente en la llamada reventa.

El resultado final de nuestro desarrollo al costo fue un producto llamativo por su calidad y su revalorización. Eso que generamos encandiló al público y casi empañó al sistema. Nacimos queriendo acercarle a jóvenes profesionales de la clase media una alternativa de vivienda, para que pudieran reproducir lo que algunos añoraban desde su infancia y se les hacía imposible de proyectar. Buscamos responder a esa necesidad vital. Para ello, creamos desarrollos al costo. Apuntamos a ese público que, de otra forma, no podía acceder a la casa propia.

Diseñamos así el sistema cooperativo para el desarrollo de barrios. Hicimos las obras a conciencia y de calidad. Logramos un costo único que permitió efectivamente a una camada de jóvenes tener una calidad de vida nunca soñada, y convertida increíblemente en un estándar buscado por muchos. El problema es que nuestra imagen se transformó en la de nuestros productos que -por la calidad de sus obras, su diseño, su ubicación y el bajo valor de suscripción- se valorizaron mucho en el tiempo. Es decir, se tornaron costosos y destinados, en la reventa, a un segmento determinado de la sociedad. El público inicial no era el mismo que compraría en la reventa.

Ciertamente fuimos del mensaje a la acción, y esa acción tuvo vuelo propio, y logró una imagen que nada tiene que ver con las bases sobre las que sentamos (y aún seguimos sentando) nuestro modelo de trabajo. Ese producto, que se valoriza en el tiempo y quizás se va tornando en algo más exclusivo o inaccesible, no fue la propuesta inicial de Eidico, ni su esencia, ni su sistema. Al contrario, Eidico ha respetado en sus 20 años y desarrollo de los barrios, siempre el mismo sistema y el mismo concepto.

Sino fuera así, no seguiríamos apostando hoy al mismo sistema. La puerta hacia un negocio más rentable siempre estuvo abierta, pero no es lo que elegimos en los 74 emprendimientos que hemos llevado a cabo hasta el día de hoy, ni tampoco será lo que elegiremos en el futuro.

Es difícil transmitir esto porque, como decíamos, el producto encandila. Porque la dimensión que hemos tomado como empresa también opaca la verdad de lo que realmente somos. La revalorización de nuestros barrios demuestra el éxito del sistema. Sin embargo, Eidico no es dicha revalorización. Ni siquiera tiene beneficios económicos directos. Nuestro beneficio es que un proyecto exitoso nos permite lanzar otros con el mismo sistema cooperativo de siempre.

En conclusión, hemos logrado concretar las premisas que nos propusimos, que son valiosas en sí mismas: sistema asociativo y cooperativo, al costo, empresa de servicios, agregado de valor a toda la cadena, respuesta a una necesidad vital como la vivienda, mantener la esencia de Eidico como empresa de servicios. Sin embargo, el buen resultado de los proyectos, nos coloca frente a un nuevo desafío: mantener la esencia por la cual nacimos, la respuesta real a una necesidad vital con un sistema asociativo, respetando las ventajas que adquiere cada pieza de la cadena de valor (suscriptores, proveedores, empleados, dueños de tierra, socios). Los proyectos tienen vida propia, Eidico debe mantener su esencia cualquiera sea el crecimiento de aquéllos en el tiempo o cuánto puedan cambiar para bien.