Solamente en Buenos Aires hay más de 30 localidades con niveles elevados de arsénico en su agua. Conocer su calidad es importante para cuidar tanto nuestra salud como las cañerías de la casa.

El abastecimiento de agua de nuestra casa es un factor que muchas veces se pasa por alto, algo que solemos obviar asumiendo que todo lo que salga de nuestra canilla es apto para consumo. En realidad, garantizar una calidad de agua segura para el hogar es una tarea compleja dependiendo de dónde vivas y cuál sea el origen de tu suministro.

El elemento principal a vigilar en materia de calidad del agua para consumo humano suele ser el arsénico, un elemento conocido tanto por el riesgo potencial que representa para la salud, cómo por su presencia tan frecuente en las redes públicas de la provincia. Actualmente 9 de cada 10 muestras de agua en la red pública y pozos superan los 10 microgramos por litro (mcg/l) máximos aconsejados por la OMS. Esto resulta preocupante sabiendo que el consumo de agua contaminada con arsénico a lo largo del tiempo puede producir efectos adversos en nuestra piel y, en casos graves, causar daño irreversible a los órganos vitales.

 

¿Cómo hago segura el agua de mi casa?

Actualmente existen equipos de purificación domiciliarios que, por su tecnología, garantizan la eliminación de este tipo de contaminantes, metales pesados, cloro y también los virus y bacterias en el agua. Así conseguimos agua baja en sodio mineralizada, sin tener que recurrir a las botellas plásticas y bidones, que además de incomodidad generan contaminación ambiental.

¿Qué pasa con mis cañerías?

Las sales minerales que pueden encontrarse en el agua son la principal causa de las obstrucciones, óxido y demás problemas que pueden surgir en nuestras cañerías. La red de abastecimiento de agua potable no llega a todos los rincones del país por igual y hay muchas zonas donde el agua proviene de pozos, como es muchas veces el caso en los principales cordones urbanos que nuclean a los barrios cerrados. Por eso, es posible que al abrir la canilla el agua se vea ligeramente turbia o que su sabor no sea del todo agradable, síntoma claro de que el agua tiene altos niveles de sales minerales.

Mientras más sales minerales posea el agua, más “dura” es, lo que se percibe en el sarro que se forma en las cañerías, oxida las griferías y mancha las bachas, bañeras e inodoros. Esto también produce efectos adversos en nuestra ropa, piel, pelo y, a menudo, hace que no sea apta para el consumo.

Cuando pensamos en el diseño y construcción de nuestra casa, seguramente busquemos materiales de calidad para nuestros baños y cocinas, y elijamos un sistema eficiente de calefacción, pero lo que suele descuidarse es el tratamiento del agua como recurso, algo que afecta a todos estos aspectos de nuestro hogar y más. Garantizar la calidad del agua ahorra dinero y dolores de cabeza tanto a la hora de consumirla cómo para cuidar nuestra inversión en cañerías, electrodomésticos, piletas y todo lo que esté conectado a la red.

¿Cómo sé si el agua de mi casa es dura?

Para detectar esto existe la famosa “prueba de la espuma”, un test sencillo de 4 pasos:

1.) Llenar una botellita de agua de tu vivienda hasta la mitad.

2.) Agregar 5 o 6 gotas de jabón líquido neutro, libre de colorantes, y perfumes. (puede ser un poco de jabón blanco rallado).

3.) Tapar y agitar muy bien la botella.

4.) Si la botella produce burbujas de jabón y estas se desbordan cuando se quita la tapa, es probable que el agua sea blanda. Si por el contrario, el resultado es una capa jabonosa con pocas burbujas, lo más probable es que el agua tenga dureza.

Si el agua resulta ser dura, ¡no desesperes! Actualmente existen varias soluciones para este problema, con los ablandadores de agua entre los más elegidos y probados.Para definir los pasos a seguir para asegurar la calidad y seguridad del agua en tu hogar, recomendamos realizar testeos profesionales, consultando con las autoridades o proveedores de la red en tu zona. Así podrás identificar cada problemática puntual.