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patriciolanussePor Patricio Lanusse

Con frecuencia se acercan a preguntarnos cuál es el mejor proyecto para invertir, pero la respuesta no es sencilla ni responde a  una ecuación matemática. Los criterios para determinar la inversión más conveniente varían de acuerdo a la persona y a las circunstancias, las posibilidades y las necesidades de quien busca resguardar sus ahorros y hacerlos crecer.

Las personas “comunes” no estamos en posición de equivocarnos al elegir dónde invertir. Nuestro país, se caracteriza por su inestabilidad y cambiantes reglas de juego, que se traducen en ciclos económicos  con crisis y bonanzas recurrentes. Planificar sin desvíos a largo plazo, en este escenario, es una utopía. No obstante la propiedad de un inmueble, es un factor que mantiene su fortaleza en todas las épocas. En tiempos de nuestros padres y abuelos era habitual escuchar el término “vivir de rentas”, como sinónimo de bonanza económica y se utilizaba para designar a quienes eran propietarios de un inmueble que se alquila. Siguiendo esa línea, en Eidico hemos adoptado como fundamento para invertir que el proyecto se desarrolle sobre la base de la compra de un inmueble, que tenga potencial de revalorización y que sea capaz de producir una buena renta, en forma segura, estable y permanente. Nuestra experiencia nos corrobora que el proyecto podrá pasar por períodos de más o menos renta, pero el valor del inmueble siempre se revaloriza en moneda constante.

Cuando nos movemos en la esfera económica tendemos a considerar que para decidir una inversión lo racional debe prevalecer sobre lo emocional. Esta condición es necesaria pero no es suficiente. Dejar fuera de la ecuación a las emociones y los gustos, nos puede llevar a tomar decisiones pensadas pero no sentidas. Una determinada persona se sentirá mejor y más gratificada si elije actividades por las que tiene una especial simpatía.

A la hora de elegir dónde invertir es recomendable hacer un análisis que nos permita detectar qué es lo que más se adecua a nuestras posibilidades, necesidades y preferencias. Un buen comienzo es responder a algunas preguntas elementales:

  1. ¿De qué monto dispongo?
  2. ¿Puedo/quiero aportarlo todo junto o en un determinado período?
  3. ¿Puedo/quiero diversificar mis ahorros en más de un emprendimiento o prefiero concentrarme en lo que más me atrae?
  4. ¿Qué capacidad tengo de generar nuevos ahorros, y en el futuro encarar otras inversiones?
  5. ¿Tengo conciencia de que cuánto antes comience a invertir mejoran exponencialmente mis posibilidades de lograr un mayor capital y una mejor renta?
  6. ¿Necesito disponer de una renta habitual o me alcanza con que mi inversión se revalorice?
  7. ¿En qué plazo necesito disponer de la renta o vender mi activo?
  8. ¿Tengo preferencia por sectores o actividades que me resultan más atractivos, interesantes, seguros, que otros, o me resulta indiferente?
  9. ¿Tengo necesidad o especial interés que la salida de la inversión se pueda realizar con rapidez o me puedo permitir planificar la salida con tiempo?
  10. ¿A qué le asigno mayor importancia: al potencial de revalorización del activo o al potencial de generar una alta renta?

En cualquier emprendimiento donde participemos siempre habrá aspectos positivos y aspectos negativos. En las inversiones el riesgo siempre existe. No equivocarse no significa que habremos eliminado los aspectos negativos, simplemente que habremos conseguido que los aspectos positivos predominen sobre los negativos y el resultado nos satisfaga.