El sistema Eidico cumple 25 años. El compromiso es buscar modelos a través de los cuales poder financiar la llegada de la clase media a la vivienda propia, aún en una economía tan cambiante como la argentina.
Texto: Mónica Fernández – IG: @tudineroxl
La imposibilidad de acceder con crédito a la vivienda es una constante para la clase media argentina. Es un “problema estructural”, como lo definió el Observatorio para la Deuda Social de la UCA.
Se estima que en la Argentina, 6 de cada 10 hogares de clase media quisieran comprar su primera casa o cambiar la que habitan por una más grande o mejor ubicada. Pero no logran hacerlo.
La historia parecía empezar a cambiar en 2017 y 2018. En ese momento surgieron los créditos hipotecarios UVA. Estos se convirtieron en una alternativa para quienes pagaban un alquiler y pudieron pasar a la casa propia con cuotas ajustables, iguales o menores que esa obligación mensual.
Pero el grifo que se había abierto en el comienzo de la administración del Presidente Mauricio Macri volvió a cerrarse casi por completo este año. Y otra vez la deuda pendiente se hizo evidente, y la falta de financiamiento para la vivienda quedó sobre la mesa.
La historia y el contexto se repiten y se suceden de manera cíclica en la Argentina. Es así que la necesidad sobre la que nació Eidico hace 25 años está hoy tan vigente como en ese momento: ser una opción para que los más jóvenes puedan ir tras el sueño de la casa propia.
Para conocer más en detalle cómo se fue tallando la idea de crear una cooperativa para acceder a la vivienda, entrevistamos a Mateo Salinas, gerente general de Eidico. Y esto nos contó.
Eidico cumple 25 años este año… ¿Cómo fueron los comienzos?
Eidico surgió de la necesidad de uno de sus socios fundadores de encontrar un lugar para vivir. Hacía un tiempo que su búsqueda venia frustrándose. Veía que apuntar a una vivienda parecida a la que tenían sus padres, a una casa con jardín, estaba muy lejos de sus posibilidades económicas. El precio era muy caro y no había crédito. Fue en esa búsqueda que se juntó con su tío para armar un esquema o una figura legal, que le permitiera acceder a la tierra a un valor razonable.
¿Cómo era ese sistema?
Era algo muy simple. Se trataba de una cooperativa, que eliminando todos los costos intermedios, permitía acceder a algo de calidad, pagándolo en el tiempo mientras se hacían las obras. Debía haber, antes de empezar, un candidato, un comprador, para cada lote del proyecto. La suma de esos aportes iba a permitir pagar la tierra y hacer las obras.
¿Cual fue el resultado de ese primer grupo cooperativo?
De ese primer proyecto surgió Santa María de Tigre, nuestro primer barrio. Había que juntar a 700 personas. Se propuso la idea entre amigos y familiares, y entre conocidos de nuestros conocidos. Las suscripciones se hacían personalmente, entre asado y asado. Las cuotas eran de 100 dólares; era una apuesta baja. La gente se anotó y el plano de ese primer barrio se fue pintando de reservas hasta que se completó. A partir de ahí, sólo quedaba administrar los fondos que iba aportando la gente y haciendo las obras.
¿Y cómo siguió la historia después de ese primer barrio? ¿Cómo llegaron a ser la empresa que son hoy, con más de 80 proyectos?
Cuando la gente vio que íbamos avanzando con el barrio, con las obras, empezó a querer entrar. Como no había más lugar porque estaba todo vendido desde el comienzo, empezó la reventa de lotes de quienes habían entrado al momento cero. La demanda presionó los precios hacia arriba, y los que vendían su lote lo hacían con ganancias. Esto nos llevó a pensar en desarrollar un segundo barrio (Altamira), y después un tercero. Y con el éxito de cada uno de estos proyectos nos convencimos de que teníamos una empresa. Y así surgió EIDICO, que significa Emprendimientos Inmobiliarios de Interés Común.
El sistema fue creado para mejorar la calidad de vida de la clase media y los jóvenes profesionales, permitiéndoles pensar en proyectos con lagunas, y con mucho espacio verde. Lugares donde quisieran vivir y construir su hogar, a valores razonables que pudieran pagar.
¿Cuál es la clave para que en una Argentina tan cambiante, en la que en estos 25 años se sucedieron crisis económicas y devaluaciones, el sistema Eidico funcione?
La clave es que la suscripción del 100% de los lotes asegura el éxito comercial, lo cual es clave en un proyecto inmobiliario. No tentamos con el precio. Desde un comienzo tuvimos claro que nuestro rol y ganancia debía ser equilibrada y justa, la de un administrador. Saltar intermediarios y masificar el proceso nos hizo bajar costos increíblemente.
Y mirando hacia adelante, ¿qué necesidades insatisfechas ven hoy respecto del acceso a la vivienda para la clase media?
En un primer momento, lo que nuestro proyecto solucionaba era el acceso a la tierra. Pero con el tiempo nos dimos cuenta de que eso no bastaba. Había una necesidad latente que debíamos intentar solucionar: la vivienda. Y hacia ese lado avanzamos. Nuestra mirada es que para que una familia crezca sólida, necesita su hogar. Y este sentimiento sólo puede lograrlo cuando tiene su propiedad. Como padre, sé de la seguridad y sensación de alivio que nos llega cuando cumplimos este paso. Es la clave para que, a partir de ahí, podamos pensar en aportar algo más a la sociedad. En Eidico creemos que con la solución de la vivienda no solo mejora esa familia, sino la sociedad en general.
¿Cuáles son los objetivos para los próximos años?
Hoy creo que el potencial es gigante. Lo importante es encontrar el esquema adecuado para que la gente cambie cuota de alquiler por cuota para su vivienda. Y en esto nos focalizamos. Porque hace unos años creíamos que reaparecía el crédito hipotecario, y de la mano de él, un esquema que iba a ayudar a bajar este déficit habitacional tan grande que tiene la Argentina. Sin embargo, el ciclo se interrumpió y no creemos que vuelva por lo menos en el próximo año. Nuestro foco está puesto entonces en encontrar más y nuevas soluciones para el acceso a la vivienda de la clase media.