Hace veinte años, cuando empezó a gestarse Eidico, los primeros que confiaron en nosotros fueron nuestros amigos; los amigos de nuestros amigos y los conocidos de los primeros. Armamos nuestra “cooperativa” para hacer entre muchos lo que solos era imposible. Y todos, o casi todos, éramos amigos. Y por compartir el mismo objetivo nos convertimos, más allá de la amistad, en clientes y en socios.

En cualquier empresa normal el cliente es importante, es clave. El mundo empresarial moderno hace un culto de todo lo que refiere a cuidar, querer y mantener clientes. Está claro que sin ellos no existiría el negocio, ya que nadie compraría nuestro producto o haría uso de nuestro servicio. En Eidico entendimos esto por una necesidad original, más que por defender una teoría comercial. La suscripción de nuestro primer emprendimiento surgió de una gran convocatoria de amigos (y, de hecho, ocurrió en el living de una de nuestras casas). Nuestras agendas, y las de nuestros parientes fueron las que dieron origen a nuestros primeros clientes. Después, ampliamos los contactos con las listas de casamiento (la propia y varias ajenas) y, por supuesto, con el efecto infalible del “boca en boca”.

Durante los primeros años, empleados, socios, clientes y proveedores eran todo lo mismo: parte de un gran negocio de relaciones familiares. Entonces, fue nuestra obligación cuidar y fomentar los buenos tratos, la calma, el buen diálogo; y por encima de toda esa vocación y ese espíritu de servicio. Siempre tuvimos que considerar cualquier problema del cliente como propio.

Más que pensar en el cliente como en una parte del negocio, o como el principio de una cadena de valor o ninguna otra razón económica; lo pensamos como la persona que es. A veces confundimos el ser con el hacer. El cliente primero es persona y, como tal, merece todo nuestro respeto. En una segunda instancia, viene su carácter de eslabón en la cadena. Por este motivo, en Eidico intentamos cultivar siempre y en todos los sentidos el trato hacia las personas, y resolver sus problemas debería estar en el primer lugar de nuestra lista de pendientes.

Cada uno de nuestros nuevos negocios, de nuestros cambios de esquema y de nuestros avances de procesos, vinieron por tener esa conexión casi imperceptible entre cliente, empleado o familiar. Los grandes hitos que buscamos solucionar vienen de esta relación. Eidico Casas, Eidico online, lotes más chicos, seguros de retiro, barrios para descansar en familia… Todo ocurre porque estamos, precisamente, inmersos en la misma realidad que ellos.

En Eidico sabemos que en cada proyecto y en cada relación arriesgamos todo. Vivimos de la confianza de la gente, sin ella no seríamos nada. Por ende cuidarlos a ellos y a sus preocupaciones, y servirlos tiene que ser siempre nuestro principal foco. Nuestros amigos se transformaron en clientes y los clientes pasaron a ser amigos; y así construimos esta historia y sabemos que es clave no cambiarla. Aunque exista una ley económica que diga que un negocio masivo de bajo costo tiene, por añadidura, una baja calidad de atención al cliente; nosotros estamos dispuestos a desafiarla y a demostrar que puede ser trasgredida. No nos permitimos cumplirla por cultura y porque queremos generar un impacto positivo en la sociedad. Buscamos la no división entre empresa, cliente, proveedor o gobierno. Nuestro principal objetivo es construir algo todos juntos, cada uno con la justicia de lo que le toca.