Vanesa Givone tiene 43 años y vive en el barrio La Horqueta de Echeverría. Llegó a la zona en 2001 y hoy invita a amigos y conocidos a que se sumen.

En 2001, la vida de Vanesa Givone cambió por completo.

En un contexto que no parecía ideal, logró lo que anhelaba: empezar a criar a sus hijos en un ambiente seguro, retomar su profesión y huir de la vorágine de Buenos Aires.

“La mudanza transformó mi vida porque fue dos meses antes de que explotara el país”, cuenta Vanesa sobre su arribo a la zona de Canning, en Esteban Echeverría, a un barrio privado. La insistencia de su hermano fue otra razón para dejar Caballito, ese barrio tan porteño. Hoy, trece años después, no se imagina un futuro fuera de la zona. Y asegura que sucede lo mismo con su esposo, Miguel, y sus hijos, Tomás y Julián.

Las cosas eran distintas al principio. Cuando llegó en aquel 2001, había apenas un mini mercado, una panadería y algunos carteles. Una década después, ya había un camino asfaltado, un bulevar bien iluminado con numerosas palmeras, un supermercado inmenso y mucho crecimiento. “Todo es muy lindo. Hay una rotonda con una fuente de agua y un monumento a la mujer”, relata.

Para Vanesa, llegar a Canning tuvo un componente personal importante, que fue poder volver a la arquitectura. Hoy trabaja en varios proyectos independientes por la zona. “Mi idea es seguir acá y ayudar a que haya más casas en estos emprendimientos”, explica. El año pasado, los Givone se mudaron a La Horqueta de Echeverría, un barrio de Eidico más chico y lindero al que vivían. Construyeron su propia casa, la de unos amigos y ahora están terminando la de otro matrimonio. “Buscamos en este nuevo barrio mayor tranquilidad, más contacto con la naturaleza y menores costos”, cuenta Vanesa.

El incremento de obras en el barrio es vertiginoso y ya hay diez matrimonios amigos de los Givone que se sumaron a iniciativa. “Apenas nos instalamos, en octubre de 2013, éramos la casa número 18. Ahora somos más de 30 familias viviendo, y hay alrededor de 70 casas en construcción”, describe.

Asados, salidas a caminar, bicicleteadas, relaciones sociales y tranquilidad es lo que predomina en la Horqueta de Echeverría. “Siempre hay una razón social para encontrarnos. El programa siempre es acá”, dice. “Mis amigos del centro vienen cada vez más seguido porque se van contagiando. No quieren volverse porque sus hijos están muy cómodos“, evidencia. Además, Vanesa explica que vivir en la ciudad con los hijos chicos se vuelve más costoso: “Uno gasta mucho en cine, teatro y en salidas a comer para escapar del departamento”. La Horqueta de Echeverría no es el único emprendimiento de Eidico en la zona. También están Santa Juana y Santa Inés, en Canning y Chacras de la Trinidad en Cañuelas. “Las cosas se toman seriamente de entrada”, destaca sobre Eidico. “Lo que te exigen a vos, se lo exigen al otro: todos por igual”, termina.