Los desarrollos urbanos se planifican desde el inicio teniendo en cuenta el impacto ambiental. Las obras de infraestructura que se realizan benefician también a las comunidades vecinas. La articulación entre privados y Estado es clave.
Texto: Mónica Fernández – IG: @tudineroxl
La concientización sobre el cuidado del medioambiente va en aumento. Y las prácticas habituales en las que antes casi nadie se detenía a pensar, hoy están en el centro de la escena. El medioambiente en el que habitamos es uno solo. No tiene repuesto, ni hay posibilidad de “mudarse” a uno más nuevo o más lindo.
El Real Estate y el impacto ambiental
En ese sentido, el Real Estate en general y los desarrollos urbanos en particular ponen especial acento en la responsabilidad ecológica desde que se empieza a bocetar la idea de un nuevo proyecto.
“Un aspecto muy importante es la articulación del nuevo proyecto en el espacio escogido a través del análisis de sustentabilidad y de impacto ambiental, ya que el nuevo desarrollo altera la situación preexistente y esto puede tener efectos sobre el medioambiente y sobre la dinámica de la zona”. Así lo plantea Sebastián Auguste, director de los programas MBA y Executive MBA de la Universidad Torcuato Di Tella en un análisis minucioso del aporte social y económico del Real Estate, en el marco del informe “Impacto Económico de la Actividad de Desarrollo Inmobiliario”, encargado por Eidico.
“Los desarrolladores pueden y deben analizar el impacto ambiental. Pero el rol del Estado de regular y controlar el impacto ambiental y la sustentabilidad de los desarrollos inmobiliarios no es delegable a los privados”, aclara.
Luego amplía este punto. “El desarrollador puede tener injerencia directa en lo que ocurra en la tierra que él desarrolla. Pero no en lo que pase alrededor. Puntualmente, las nuevas zonas suelen tener múltiples desarrollos. Y se requiere una articulación entre todos los actores –públicos y privados- para evaluar su impacto agregado. Ésta no sólo es responsabilidad indelegable del Estado, sino que él es el que tiene las herramientas y la visión global e intertemporal para lograr soluciones eficientes”, explica.
Sumando partes
“Un nuevo desarrollo requiere la aprobación de organismos municipales y provinciales en diversas materias. Éstas son, por ejemplo, el uso del suelo, los aspectos ambientales e hidráulicos, los efluentes cloacales y el tratamiento de residuos. Y por otro lado, un nuevo desarrollo debe proyectar qué infraestructura tendrá y cómo proveerá de servicios básicos a dicho emprendimiento”. Así lo explica Patricio A. Lanusse, director de Relaciones Institucionales de Eidico. Y remarca que “se trabaja en forma mancomunada con municipios y provincia”.
El desafío que tienen entre manos los desarrolladores no es pequeño, ni desde el punto de vista de la logística y la planificación, ni desde el presupuestario. Pero ese esfuerzo de varios actores suele dejar como resultado obras que benefician no sólo a quiénes van a habitar en el emprendimiento en cuestión, sino también a las comunidades cercanas y al medioambiente en general. De una construcción sustentable todos nos beneficiamos.
Velar por la infraestructura necesaria
“En la Argentina, la mayoría de los barrios se han desarrollado en zonas periféricas rurales o semiurbanas. Esto presenta el desafío de proveer la infraestructura para que no tenga impacto ambiental”, advierte Auguste. “En el caso de la Zona Norte de Buenos Aires, un aspecto relevante de los nuevos emprendimientos es el impacto hídrico, ya que es una zona baja y donde abundan humedales”.
En ese sentido, avanza. “Un caso interesante, aunque no es el único, es la política de Diálogos Hídricos del municipio de Pilar. A través del aporte de los vecinos de los barrios privados de Pilar del Este (desarrollado por Eidico), se llevaron a cabo obras de infraestructura por $16 millones para mejorar los problemas de inundaciones de las comunidades linderas”.
“Sin perjuicio de que cada emprendimiento requiere un estudio de impacto ambiental, lo mismo de un proyecto hidráulico o tratamiento de residuos, es importante detectar no sólo las necesidades de nuestros clientes, a quienes les ofrecemos soluciones de vivienda, sino también de las comunidades y vecinos de los nuevos proyectos que realizamos”, cuenta Lanusse.
Cuidar a las comunidades vecinas
“A partir de nuestro programa de Desarrollo Comunitario, antes de empezar las obras de un proyecto, realizamos un relevamiento de líderes y actores sociales en la zona. Identificamos necesidades y potencialidades. Y a partir de esos vínculos procuramos articular nuestro proyecto con las comunidades preexistentes y el Estado. De esta forma encauzamos los aportes e inversiones que el proyecto deba hacer en necesidades concretas de la zona”. Así lo detalla Lanusse.
Las acciones en marcha dan lugar a mesas vecinales en Pilar (Derqui, Zelaya y Villa Rosa), Escobar (Barrio San Luis) y en Bella Vista, donde actualmente se está trabajando en el relevamiento de comunidades y necesidades locales. El objetivo: “construir un capital social y vínculos entre nuestros clientes, comunidades vecinas y autoridades locales, para luego desarrollar programas de trabajo conjuntos concretos”, explica Lanusse.
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