¿Cómo cuidar y conservar el medioambiente donde vivimos? Alberto Giudici, fundador de Grinc, trabaja en la planificación de tareas para la regeneración ambiental y nos da las respuestas.

La falta de plantas nativas y la proliferación de aguas con baja actividad biológica son dos indicadores de deterioro ambiental. Cualquier vecino de un barrio abierto o privado lo puede verificar tan sólo con sus ojos. Y si acaso requiere de más pruebas, deberá levantar la vista y afinar el oído. Si hay además ausencia del vuelo de aves, los problemas se multiplicarán.

En efecto, la labor de los pájaros no es menor. Esparcen semillas. Polinizan de una a otra flor, como es el caso de los colibríes. Transportan huevos de peces de un bañado a otro. Consumen insectos. Y encuentran en espejos de agua y especies vegetales fuentes de alimento.

La cadena biológica permanece equilibrada cuando flora y fauna autóctonas se conservan. Así lo expresa Alberto Giudici, paisajista con más de 20 años de experiencia en el cuidado de ambientes naturales.

La base de la cadena biológica

Fundador de la consultora Grinc y asesor en materia medioambiental de Eidico, Giudici indica que son necesarias ciertas condiciones básicas para la regeneración del ecosistema. “Para que el equilibrio medioambiental sea posible, primero debemos tener un buen suelo, apto para la vida vegetal, sin contaminantes ni salinidad”.

Para ello, apunta como necesarias medidas preventivas.

  • El análisis de los suelos.
  • La gestión del riego.
  • La aplicación de abonos orgánicos.

Y además es clave que la superficie posea un buen drenaje.

La importancia de la calidad del agua

En barrios de Eidico como San Sebastián, Grinc trabaja de este modo, para procurar la regeneración y conservación medioambiental. “En cada iniciativa efectuamos un diagnóstico para comprender el estado del que partiremos. Continuamos con proyectos de planificación. Y, por último, implementamos el plan y su monitoreo”, detalla el paisajista.

En este sentido, los espejos de agua, como las lagunas, cumplen un importante fin. Aportan alimento a la fauna autóctona que atraen, absorben naturalmente el CO2 del aire y sirven para recaudar el drenaje del agua de lluvia. Pero, para que todo ello suceda, nuevamente el monitoreo y la planificación, en este caso de la calidad del agua, resultan una pieza fundamental.

Giudici amplía el concepto hacia la necesidad de contar con agua apta para la vida vegetal en general. “Esto es clave. Estos elementos básicos (buen suelo, más buena calidad del agua) son el punto de partida”.

 ¿Qué tareas preventivas pueden realizar los vecinos de un barrio abierto o privado de Eidico para determinar el estado ecológico de su entorno?

“Un muy buen primer paso es conocer la flora nativa de la región. Para esto recomiendo la compra de diferentes libros referentes a este tipo de vegetación y a su fauna asociada, como las aves. Si se observa ausencia de especies nativas, los vecinos pueden entender que hay que actuar. Con información y conocimiento, siempre es mejor”.

¿Eso quiere decir que siempre hay que apostar por la flora autóctona?

“Sí, hay que apuntar a proyectos 100% nativos. Y es importante sumar praderas a las plantaciones de árboles y arbustos. Esto complementa el sistema y ayuda a la dispersión biológica”.

 ¿No hay chances para la flora exótica?

“Sólo en ocasiones puntuales se pueden utilizar plantas exóticas, pero que no sean invasoras”.

 ¿En qué tipo de ocasiones?

“Deben ser ocasiones excepcionales y con fines normalmente estéticos. Volvemos a lo anterior: lo importante de la flora nativa es que posee un elenco de fauna asociada que le da equilibrio a su desarrollo y dispersión. Las exóticas, en cambio, no poseen esa virtud y suelen atraer plagas de forma desequilibrada, forzando el uso de agroquímicos”.

 Desaconseja, en consecuencia, cualquier uso de agroquímicos…

“Sí. Y aconsejo la utilización acotada del agua y el manejo de compostaje orgánico. Si el jardín o espacio verde posee un sistema en equilibrio, basado en especies originarias, no es necesario utilizar agroquímicos. Pero, insisto, este equilibrio se basa en una buena planificación, una seria implementación y un monitoreo en forma periódica”.

Las palabras de Giudici replican lo que Grinc indica en su web. Allí se afirma que, “actualmente, la mayoría de los ambientes verdes que conocemos están dañados e incluyen especies exóticas”. Según la consultora, esta situación exige de un mayor esfuerzo para regenerar las condiciones naturales. Pero una vez equilibrado el ecosistema, los beneficios de espacios verdes con flora autóctona son notorios.

Especies argentinas

Para conocer qué tipo de flora corresponde a distintas zonas geográficas de la Argentina, la consultora liderada por Giudici ofrece una app. Esta permite determinar qué tipo de plantas originales se pueden administrar dentro de un espacio verde. Por ejemplo, para la Provincia de Buenos Aires, algunas especies de tamaño reducido que se pueden aplicar son las siguientes.

  • La bignonia, la pasionaria y la uña de gato (trepadoras).
  • La chilca, la carqueja, la dodonea, la dama de noche, el jazmín del cielo y el sen de campo (arbustos).
  • La cortadera (herbácea utilizada por su carácter ornamental).

Lo propio puede decirse de árboles pequeños, como el anacahuita, el chal chal y el espinillo. Y así también se recomiendan especies de huerta de muy fácil cultivo, como la menta, el tomillo, el romero, la lavanda, el laurel criollo, el sauco y el orégano.

De igual modo funcionan muy bien árboles de fuerte identidad nacional. Entre ellos, el algarrobo, el ceibo, el cina cina, el ombú, el pindó, el sauce criollo y el tala.

La anterior, por supuesto, es una enumeración parcial de la flora bonaerense. De hecho, solamente en esta región se cuentan más de 2000 especies y cerca de 50 tipos de árboles. Esta diversidad, según los consejos de Giudici, es vital que sea aprovechada. La paleta de colores y sonidos que ofrece es suficiente para embellecer cualquier jardín. Y además, como se ha visto, los beneficios en términos medioambientales son múltiples.