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“Fierro”, como le dicen todos los que lo conocen, recibió la propuesta de ir a trabajar como Coordinador Técnico en la construcción de Paseo del Fuego. Su familia y él vivieron cuatro años en una ciudad a la que hoy adoran y extrañan.
La propuesta de irse a Ushuaia llegó con el ofrecimiento de trabajar en EIDICO, a fines de 2007. La decisión no les costó demasiado, ya que tenían muchos amigos que habían estado viviendo en el interior o fuera del país y era una experiencia que les interesaba tener.
No conocían la ciudad en absoluto, “sólo como un punto en el mapa número 5 del colegio”, nos cuenta Caro, la mujer de Fierro. “Con Google Maps la vimos por arriba y conocimos nuestra casa y el lugar donde viviríamos por fotos”.
Partieron a su nuevo hogar con sus dos hijas: Pilar, de dos años y Rosario recién nacida. Martina, la fueguina de la familia, nació allá en septiembre de 2012, justo antes de volverse a Buenos Aires. Ambos cuentan que la experiencia fue muy positiva, en más de un sentido. Fierro, que es ingeniero civil, rescata las ventajas desde lo laboral. “Aprendí muchísimo de cómo funciona y se lleva adelante el negocio de los centros comerciales. Además me permitió estar en contacto con personas que tienen años de experiencia en el tema, desde quienes administran y comercializan Paseo del Fuego, hasta quienes acompañaron a Eidico desde el comienzo. El trabajo interdisciplinario es lo que más rescato del shopping”.
Por su parte, Caro destaca las bondades de haber vivido allá desde lo fraterno. “Como matrimonio y familia, el tener los afectos lejos, fortaleció muchísimo el vínculo entre nosotros y con nuestras hijas. Uno disfruta y dedica todo el tiempo libre que dispone a su familia. Ade ás hicimos muy buenos amigos. Conocimos gente muy valiosa que nos brindó todo desde el primer momento e hizo que nuestros días allá hayan sido muy llevaderos, y lograron que extrañemos menos a nuestros afectos en Buenos Aires. A todos ellos les estamos muy agradecidos”.
Y además de los vínculos, la geografía de Ushuaia es lo que más rescatan. “Las montañas con sus bosques en las laderas, con sus distintas y variadas tonalidades durante el año, la nieve en el invierno, los días interminables del verano, el cielo en los amaneceres y atardeceres que tiñen el cielo y las nubes de unos colores impresionantes. El canal de Beagle planchado en un día sin viento…”. Y ante todo, la vida al aire libre. Caminatas, buceo, kayak, esquí alpino y de fondo, paseos por el Parque Nacional eran normales cualquier fin de semana. Las chicas iban a un jardín que quedaba en medio de la montaña y allí se tiraban en trineo, andaban a caballo.
Tanto fue lo que les gustó su vida allá, que una vez terminado el trabajo de Fierro en el centro comercial, consideraron quedarse. Optaron por regresar a Buenos Aires, pero vuelven seguido y extrañan Ushuaia como un hogar que les dio mucho.