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El 16 de junio despedimos a un hombre que fue un pilar en el camino recorrido por Eidico. Una persona que confió y apostó desde el principio. Para él, este homenaje especial.
El día de la partida de Fernando Robirosa, le comenté a Marisa -la gran mujer que siempre estuvo al lado de este gran hombre- que iba a extrañar la falta de un viejo compañero de desafíos utópicos. El diccionario define utopía como un proyecto cuya realización es imposible. Con Fernando encaramos proyectos que la gran mayoría de la gente calificaría como imposibles de alcanzar.
Si bien yo ya lo conocía con anterioridad, comenzamos a trabajar juntos en el año 1994. Resultó ser que su estudio, Robirosa – Beccar Varela – Pasinato, tenía preparado un proyecto en una fracción de tierra que con Jorge O’Reilly habíamos identificado como interesante para desarrollar un barrio. La imposibilidad de llevarlo a la práctica lo mantenía latente con pocas posibilidades de nacer. Una mezcla de necesidad, audacia e inconciencia nos llevó a buscar la forma de adaptar el proyecto para que fuera viable.
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Fernando no dudó un minuto en acompañarnos incondicionalmente y aportó su capacidad profesional y la de sus socios, con su habitual optimismo y entusiasmo. Así nació Santa María de Tigre. A partir de ese entonces y durante más de veinte años, fueron innumerables los emprendimientos que pensamos y diseñamos juntos. Entre muchos, destaco tres por su envergadura y el reto que significó llevarlos a cabo: Santa Bárbara, Costa Esmeralda y Bárbara en Tamarindo (hotel en Costa Rica).
Hay una anécdota, que considero, refleja hasta qué punto fue cierto que transformábamos utopías en realidades. En un momento descubrimos la fracción de tierra que hoy es Santa Bárbara, que pertenecía a la Empresa® Startel® S.A., sociedad de las empresas Telefónica y Telecom® de la Argentina. Consideramos que podría ser muy útil para desarrollar un barrio y nos presentamos a solicitarles que nos concedieran una opción de compra. Nos fue denegada. No obstante, poco después nos invitaron a participar de una licitación privada para comprar dicha fracción. El problema era que con el sistema Eidico nos resultaba imposible reunir el dinero y concurrir a una licitación.
Sin embargo, lejos de desistir, con Fernando se nos ocurrió ofrecerle a una clienta suya, María Victoria Hueyo, que concurriera a la licitación, ofertara para comprarla y que posteriormente Eidico tomaría la tierra para desarrollarla. El monto involucrado no era menor, teníamos poco tiempo y no estábamos en condiciones de garantizar que efectivamente, luego de comprarla, fuésemos capaces de desarrollar un barrio de doscientas veinte hectáreas (Eidico tenía poca trayectoria).
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Para disponer del monto necesario para concurrir a la licitación, Maria Victoria nos pidió que Fernando y yo la acompañáramos a explicar el negocio a
sus asesores económicos y convencerlos de vender ciertas acciones de una empresa importante, para destinar los fondos a este proyecto. Lo hicimos y el resultado no pudo ser peor: todos los asesores consideraron que era un disparate y le aconsejaron a María Victoria que no se involucrara.
¿Qué pasó después? María Victoria decidió confiar más en nosotros que en sus asesores, vendió sus acciones y compró la fracción. Así, gracias a la audacia y la visión de María Victoria, alimentada por la persistencia y el optimismo de nuestra parte, surgió Santa Bárbara, la nave insignia de Eidico.
Creo que el mensaje que Mateo Salinas, gerente general de Eidico, envió a todo el personal el día de su fallecimiento refleja, aunque sea en parte, el reconocimiento de Eidico a Fernando y por eso lo transcribo: “Hoy murió Fernando Robirosa. La mayoría de ustedes no lo conoció directamente. Fue un arquitecto de grandes obras, sobre todo en desarrollos urbanos. El estudio que formó con Beccar Varela y Pasinato fue el primero en confiar en nosotros, cuando, sin experiencia ni trayectoria, Patricio, Jorge y Jan se lanzaron a la aventura de Santa María de Tigre. Fue su nombre el que utilizamos para poder llevar confianza en nuestros primeros pasos. Un gran hombre, siempre contento y lleno de nuevas ideas. Sencillo y súper agradable. Una persona a la que, aún sin ser parte directa de Eidico, le debemos un agradecimiento y homenaje especial por habernos impulsado en nuestros orígenes. Con mucha tristeza les compartimos la noticia y les pedimos oraciones para su familia”.
Patricio Lanusse
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