Texto: Sofía Stavrou
María es veterinaria y ama cualquier actividad que la conecte con el aire libre, sobre todo andar a caballo y pescar. Su amor por los animales y la naturaleza fue el puntapié para estar segura de que, dejar San Isidro y disfrutar de una calidad de vida aún mejor, era posible en el barrio San Agustín. A continuación nos cuenta los detalles de este gran paso familiar:
Eidico: ¿Cómo conociste San Agustín y por qué decidiste comprar una casa ahí?
Conocimos hace muchos años otro barrio de Villanueva y solíamos ir a la casa de unos amigos. Se nos venció el contrato de alquiler donde vivíamos en San Isidro y nos ofrecieron una casa acá, en San Agustín. Yo primero dudaba un poco por la lejanía de Capital (ya que tengo muchos amigos y familia allá). Pero teniendo en cuenta que íbamos a vivir en este lugar que realmente es soñado mi marido me convenció muy rápido. Una casa más grande, con jardín y pileta, plaza para los chicos, cancha de tenis y fútbol ¡y hasta una laguna! Estaba todo dicho.
Eidico: ¿Qué es lo que más disfrutás de tu casa?
Lo que más disfruto es ver verde, tener árboles, escuchar los pájaros cantar. Ver el sol, la luna y las estrellas sin ningún edificio que lo tape, ¿no es increíble eso? Tomar mates mirando a la laguna, escuchar los teros, ver las liebres a la noche o temprano en la madrugada y hasta algunos caballos en el terreno baldío de atrás del barrio.
Eidico: ¿Qué aporte positivo trajo este refugio a tu vida?
Uno de los mejores regalos de San Agustín es la posibilidad de disfrutar de lo que más me gusta. Es algo así como vivir en el campo pero cerca de mi lugar de trabajo, de la ciudad y de los amigos y familia.
Eidico: Si tuvieses que elegir un recuerdo o algún momento preferido en el barrio ¿Cuál sería?
El atardecer tomando mates, ya sea en mi jardín o en el muelle de la laguna, es mi momento preferido.
Eidico: ¿Recibís amigos y familiares los fines de semana?
¡Claro! Casi todos los fines de semana hacemos programa con amigos o con la familia. ¡Nos encanta recibirlos en casa! A mi marido le fascina hacer asados y casi siempre tenemos invitados. Por suerte, tenemos varios amigos en barrios cercanos que también nos invitan y nos vemos más seguido que antes.
Eidico: ¿El barrio marcó un antes y un después en tu rutina?
Por supuesto: San Agustín fue un cambio necesario. Disfruto muchísimo de volver de trabajar y sentir que tengo espacio libre en abundancia. Que puedo estar en contacto con la naturaleza a toda hora y que no me invaden los ruidos molestos de la gran Ciudad.
Mi sueño es poder seguir viviendo acá muchos años, que mis hijos crezcan rodeados de amigos y naturaleza, y poder trabajar con caballos por acá cerca. ¡Voy por buen camino!