En la segunda entrega de la serie de historias sobre los 20 años de Eidico, Manuel Fernández Cekauskas relata el camino recorrido para llegar a su primera casa.
Al mirar la laguna de San Sebastián, Manuel Fernández Cekauskas rememora la infancia en el Delta, en casa de su abuelo. Esa tranquilidad del agua y sus atardeceres bastaron para que él, de 29 años, y Pilar, su mujer, eligieran al barrio de Eidico como sede para cumplir un gran sueño: crecer juntos y alcanzar la casa propia.
En 2009, tras casi una década de noviazgo, la pareja decidió invertir en un lote. Ambos pensaron en la posibilidad de construir a futuro. Así fue como Manuel llegó a Eidico: “El masterplan de San Sebastián me convenció y desde un primer momento supe que la combinación de precio y la financiación que ofrecían sería difícil de conseguir en otro lado”. El barrio, en ese entonces, daba sus primeros pasos. Sin embargo, Manuel vislumbraba con confianza la proyección de su terreno. En ese contexto, el respaldo resultó decisivo para disipar la típica incertidumbre de los comienzos. “Nosotros tenemos una empresa familiar. Cuando conocimos a Eidico nos identificamos con el estilo y la cercanía del trato. Aunque hayan crecido mucho, mantienen el espíritu de los orígenes”, señala.
Con valentía, Manuel y Pilar fueron de los primeros en construir en San Sebastián, allá por octubre de 2011. “Mi viejo me dijo que estaba loco, pero al final terminó comprando dos lotes”, recuerda. “Tardamos dos o tres meses en elegir el terreno, un año en pensar la casa y otro año en construirla”. De alma emprendedora, Manuel se involucró de lleno en el proceso de construcción, a pesar de no ser arquitecto. Compró libros por Internet, se informó y dirigió personalmente la obra. La apuesta era audaz, pero nunca dudó en asumir los riesgos.
Los diferentes escollos que aparecieron en el camino fueron resueltos conjuntamente con la administración de Eidico: “Hemos discutido muchas veces, pero siempre que planteamos cosas hay cambios. Se toman el tiempo de contestarnos y la relación es de igual a igual. Estamos muy contentos. Somos socios en el proyecto y siempre lo entendí de esa manera”, dice. “El de Eidico es un camino viable para llegar a una casa. Gracias a esa facilidad, además de la ayuda que recibimos de nuestras familias, el sueño hoy es una realidad”, agrega.
Poco a poco, Manuel entabló con San Sebastián un vínculo afectivo. Hoy forma parte de la comisión interlocutora y colabora para establecer una mejor comunicación entre los vecinos y la administración. Actualmente, San Sebastián ha consolidado 85% de su masterplan; abarca una superficie de 1.110 hectáreas, conformadas por 13 barrios independientes y una amplia infraestructura deportiva, comercial, educativa y de servicios. Está emplazado en un área de gran crecimiento, donde aún perduran las quintas con grandes terrenos. Sin dudas, el aspecto sobresaliente de su zona son los accesos, la seguridad y la infraestructura comercial, de salud y recreativa.
A su vez, cuenta con una geografía única que vincula zonas quebradas con grandes desniveles, árboles añejos y más de 150 hectáreas de lagunas a la vera del río Luján. El diseño y las características de este gran masterplan invitan a disfrutar de la vida sana al aire libre y en contacto con la naturaleza.
Conforme con su experiencia en el barrio, Manuel ya piensa en suscribir otro lote. Asimismo, adquirió un terreno en Costa Esmeralda, el emprendimiento de mil hectáreas y 3400 lotes que Eidico desarrolló en la playa, a cinco kilómetros de Pinamar. Al igual que en San Sebastián, su padre le siguió los pasos con la adjudicación de varios lotes y la construcción de una casa.
“Ninguno tiene la historia y la experiencia de Eidico. Todos los barrios que hicieron funcionan bien. La financiación en pesos que ofrecen no existe en otros lados. El sistema funciona”, concluye Manuel.
Con esfuerzo y dedicación, junto a Eidico, logró cumplir su sueño. Así lo siente mientras mira la laguna de San Sebastián, desde la casa de cuatro habitaciones que pensó para su familia. Misión cumplida.