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Emprendedoras y profesionales, cada vez son más las mujeres que buscan un espacio propio para desarrollarse con mayor libertad. No es un desafío sencillo, pero puede lograrse con dedicación y asesoramiento.
Texto: Mónica Fernández
Mujeres profesionales, pero también mujeres que son mamás, que se ocupan de organizar sus casas y que, muchas veces, son jefas de familia… ¡Mujeres que son malabaristas! Así es la vida hoy, lejos, muy lejos, del rol estereotipado de sus congéneres de hace algunas décadas atrás.
Pero como todo avanza y es dinámico, las mujeres de las nuevas generaciones aprovechan cada vez más las “ventanas” que se les abren -y que buscan abrir- para encontrar una posición desde la que puedan atender todos los frentes de una manera más descontracturada y amigable con ellas mismas.
Y en ese camino, ejercer en forma independiente su profesión, abrir un negocio o convertirse en entrepreneur dando rienda suelta a esa idea creativa que nunca habían dejado aflorar son sólo algunas de las fórmulas utilizadas. Hay tantas variantes y combinaciones posibles como mujeres y madres.
“Ser emprendedora en 2016 es posible. Si bien el mundo del emprendimiento ha sido un espacio históricamente liderado por los hombres, hoy son muchas las mujeres que eligen este camino como contrapartida a la idea de pasarse la vida cumpliendo ocho horas diarias en una empresa para asegurarse un sustento”, arranca María Cecilia Ribecco, presidente y co fundadora de CRIAR, Comunidad de Mujeres Emprendedoras con base en la ciudad de Rosario.
La especialista, que es consultora en branding y comunicación, y que fue seleccionada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos para asistir al Global Entrepreneurship Summit (#GES2016) en Silicon Valley, asegura que hoy existen nuevas formas de emprender, de buscar la propia independencia laboral. “La influencia de las redes sociales y la necesidad de encontrar un punto medio entre las obligaciones profesionales y la vida personal son los pilares de esta movida que no sólo atrae a las más jóvenes, sino que también es una nueva forma de vida para las que ya han criado a sus hijos y necesitan insertarse laboralmente con otros tiempos, más flexibles”.
Las motivaciones que llevan a una mujer a emprender su propio negocio son diversas: cumplir un sueño postergado; enfrentar nuevos desafíos profesionales; tener más tiempo para criar a los hijos y continuar trabajando, o las más complejas, ligadas al desempleo, cuando la única alternativa posible es emprender para generar el propio ingreso.
Creativas y listas para sacar siempre algún recurso de la galera, las mujeres que emprenden en un negocio propio suelen volcarse a áreas relacionadas al diseño (en sus distintas vertientes) con valor agregado, con una “vuelta de tuerca”, a la moda y a los emprendimientos gastronómicos tipo boutique. También está el caso, obviamente, de las que ejercen su profesión de forma independiente, sean medicas, contadoras o diseñadoras gráficas. Se abren de la vida corporativa para armar su propia agenda. Y, por supuesto, las que con el tiempo logran hacer de su hobby un negocio rentable. En todos los casos, la tecnología y las redes sociales, como explicaba Ribecco, son las aliadas número uno.
En cuanto al financiamiento para iniciarse en el mundo de los negocios, un dato sirve de muestra: de acuerdo a las estadísticas de Afluenta, una plataforma online de finanzas colaborativas, con créditos de persona a persona (sin la intervención de una entidad financiera tradicional) -también conocidos como p2p (peer to peer lending o crowdlending)-, “el 40% de los solicitantes de préstamos son mujeres; un 7% de los créditos tienen como destino ‘inversión en negocio propio’, y un 5% es pedido para el inicio de actividad independiente”, según cuentan en la empresa.
Saltar obstáculos
Claro que no es un camino libre de inconvenientes. Lanzarse a emprender sin tener los conocimientos suficientes en las áreas más duras del negocio como son la administración y la gestión es uno de los factores más recurrentes cuando se analiza el fracaso de algunos proyectos.
“Generalmente, se pone atención en aspectos más blandos como el diseño, con la intención de que el negocio sea reconocido por su valor agregado, pero se olvidan de lo económico”, advierte Ribecco, y agrega otro dato que debe ser tenido en cuenta: “Compatibilizar horarios para desarrollar actividades familiares y laborales al transitar la maternidad o hacerse cargo de las tareas del hogar, con un trabajo (el nuevo emprendimiento) que aún parece ser invisible ante los ojos de la sociedad no es tarea sencilla”.
“Más allá de los desafíos y de las problemáticas actuales, las mujeres ganaron espacio no sólo en el ámbito de los negocios, sino también en cuanto a la representatividad en otros ámbitos de importancia. Emprender en estos tiempos es una manera de plantar nuevas bases para conquistar nuevos logros. Hoy existen numerosos espacios donde acudir en busca de ayuda para concretar el sueño: coworkings, fundaciones, asociaciones civiles, grupos en redes sociales, espacios promovidos por el estado, actividades de extensión en las universidades y un sinnúmero de portales de información para encontrar herramientas y apoyo para concretar la meta”, alienta desde CRIAR, la especialista María Cecilia Ribecco.