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Por Mateo Salinas
Human Camp es un movimiento que tiene ya unos años. Es un espacio donde se promueve un liderazgo humano, buscando transformar la realidad con este enfoque.
Yo siempre me sentí un loco idealista, medio solo, en esta pelea de demostrar que se puede ser bueno y líder. Encontrar, en los oradores y los seguidores de este espacio, diferentes experiencias y ejemplos de mi manera de ver el liderazgo, me llenó de entusiasmo. No sólo no somos los únicos, sino que esta idea crece cada vez más.
Soy un convencido de que tenemos que ser protagonistas de cada cosa que hacemos, y empezar HOY, desde nuestro puesto de trabajo, hasta cada actividad en la sociedad. Salir del lugar de víctimas, de quejarnos y de pensar que la culpa de todo lo tienen otros. Cambiar hacia una actitud de elegir donde queremos estar, por qué estamos donde estamos y trabajar para transformar la realidad más cercana. Ser motores de ese cambio en lo chiquito va a producir grandes efectos. Cada minuto de nuestra vida que no llenemos nosotros, alguien lo hará. Después de un tiempo nos vamos a dar cuenta que estuvimos viviendo la vida que otros querían. Hagamos de cada decisión, aun las malas, una elección. Y esto nos va a permitir ver la vida de otra manera, disfrutando el camino y no sufriéndolo. Porque yo lo elijo para lograr o caminar en la dirección que YO quiero.
Otro aspecto fundamental es el fin NO justifica los medios.Ningún resultado puede estar por encima de las personas.Somos seres sociales que vivimos en comunidad, como tales debemos pensar el impacto de cada acción nuestra en los demás. En los últimos tiempos fue creciendo el individualismo, el egoísmo y una necesidad de competencia que nos está matando como grupo. Debemos pasar del yo al nosotros. Si esto no ocurre todo lo que tenemos para el futuro es peor. Por suerte hay una tendencia mundial que está abriendo esta idea y cada vez somos más los que la seguimos. La vida no se trata de llegar sino de cómo voy caminando. Si la miramos sólo desde el final, nos vamos a dar cuenta de que cuando lleguemos estaremos perdidos y no felices. La felicidad está en cómo vamos compartiendo y jugando este partido de la vida. Pero además de la felicidad, agreguémosle la alegría, seamos transmisores de buena energía y veremos cómo se transforma el entorno a nuestro alrededor.
Pero quizás lo más importante que me gustaría decir al respecto es que NO tenemos que esperar el GRAN cambio. No esperemos las mejor juntemos condiciones para empezar. Mi crisis de los 40 la pasé preguntándome si debía dejar todo y dedicarme a una fundación.
Después de años de esfuerzo, me inundaron las dudas del modelo que siempre traté de imponer. No tenía claro que tan lejos podía llegar con este liderazgo basado en el desarrollo de las personas, en el equilibrio de la vida y en que cada participante de la cadena de valor ganara lo que le correspondiera. El día a día de la competencia y los prejuicios actuales me hicieron pensar que para canalizar mi sensibilidad y mis ganas de ayudar a las personas lo mejor sería ir a una fundación. Prejuicios tales como:
- que el bueno es flojo
- que quien se pone firme y dice las cosas de frente es valiente (yo soy un convencido de que el más valiente las mayoría de las veces es el que calla si la contestación no resuelve el tema, sino que solo resuelve su orgullo).
- que el resultado es lo más importante para sobrevivir. Sobre todo en la Argentina tan cíclica, no niego su importancia pero claramente la sustentabilidad no se focaliza en esto solo.
Un principio no es tal, sino implica sacrificar algo cuando lo aplico.
Pero ideas como Human Camp me ayudan a pensar que las fundaciones son un mal necesario. Qué suerte que tengamos gente con esa vocación inigualable de dedicarse a ellas. Sin embargo, la solución ideal debiera ser que cada institución cumpliera de manera SOCIAL Y HUMANA su papel. Si las empresas, clubes, colegios, religiones y demás comunidades, cumplieran en forma conjunta, sin individualismo, sin egoísmo, sin soberbia, sin orgullo, sin miedo al qué dirán, con proactividad, con alegría, con espíritu colaborativo, no las necesitaríamos.
Este es mi mundo ideal. SE PUEDE SER EMPRESA Y FUNDACIÓN AL MISMO TIEMPO. SE PUEDE SER EXITOSO Y BUENO. En el futuro, la clave será pensar no en cosas ni ingenios, sino en cómo ser protagonistas de este cambio. Que como tal sé que es imposible, pero me encantaría que puedan decir de mí, que jamás me rendí en buscarlo y que en todo lo que me tocó hacer en la vida intenté imponer este esquema. Y no tengo dudas de que se puede hacer esto y ser empresa con fines de lucro. Cada persona integra alguna comunidad. Si somos motores del cambio desde adentro vamos a generar cambios más grandes. A eso invita Human Camp y Mateo.