Llegó el turno de la tierra con gusto a oliva y aroma a vino. Ésa que limita con cuatro provincias y la Cordillera, la de los mil caminos prolijos que cubren de forma casi perfecta su superficie. La Ruta Eidico llegó a Mendoza, éste es nuestro diario de viaje…

Bonarda. Día 1

El paisaje mendocino nos recibió en su aeropuerto a las 8 am. La aventura comenzaba y nosotras sentíamos en el radiante sol de mañana que algo importante se acercaba.

Una goma pinchada y varias paradas para consultar nuestra ubicación fueron los primeros condimentos del viaje. Nuestra primera parada fue Club Tapiz, una bodega boutique que nos introdujo de golpe en la amabilidad del Interior. Las increíbles habitaciones dispuestas a lo largo de una galería rectangular nos ayudaron a descubrir la belleza de un paisaje delicadísimo que para nosotras era sacado de una pintura de Monet, con abundancia de tonos verdes y anaranjados. Este lugar nos hechizó con su original concepto de una casa histórica, con la decoración de una casona de campo y la calidez de un hogar. Lo que más disfrutamos fueron las degustaciones que el wine educator Alejandro Ferro ofrece cada noche en la sala común del lugar, ése fue nuestro primer contacto con el vino autóctono. Su brillo, su aroma y la evolución de su sabor en la boca se volvieron importantes para nosotras.

El día uno abrió una paleta de impresiones… y nosotras aún no lo sabíamos.

Cabernet Sauvignon. Día 2

Nos despertamos muy temprano de un sueño profundo, preparamos el equipo de mate y encaramos la ruta. El segundo día tuvo dos objetivos puntuales: recorrer los proyectos de Eidico en Mendoza y caminar la ciudad. Conocimos Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de la Carrodilla. Ambos barrios nos fascinaron y el asombro que sentimos por estas tierras se vio inflamado por la historia que acompaña a esta provincia. El 20 de marzo de 1861, los pobladores mendocinos fueron sorprendidos por un terremoto de 7.2 grados, seguido por una serie de incendios debido a las lámparas a combustible que se encontraban encendidas en las viviendas, y por numerosas inundaciones causadas por el desborde de los canales de riego, que hicieron que la situación fuera caótica. Fue necesaria una reconstrucción total, que se logró gracias al esfuerzo común de los paisanos y los inmigrantes. Hoy Mendoza es una de las cuatro urbes más importantes del país. La ciudad es limpia y ordenada. Las calles amplias –una medida de prevención ante un posible terremoto- dan aire y favorecen el tránsito.

En este segundo día tuvo lugar la producción de estilos, en la casa de la familia Girón Mazzoni. Este joven matrimonio nos recibió con su casa impecable, bebidas y mini donuts de chocolate. Las fotos nos llevaron su tiempo: una casa muy vidriada, un sol rajante y ángulos estrechos. Aunque la memoria de las cámaras estallaba y nuestros brazos latían de tanto cargar los equipos, volvimos satisfechas. Así llegó la noche y terminó un agitado segundo día.

Chardonnay. Día 3

Llegó el momento en que finalmente conoceríamos a las estrellas de la provincia: las bodegas. Lo cierto es que un día completo para recorrer los galpones donde se elabora el vino más solicitado del país sonaba tentador… Llegamos muy puntuales a la Bodega Trivento (www.trivento.com), una bodega que desde 1996 elabora vinos en sus ocho fincas ubicadas en las mejores zonas productivas de Mendoza. Allí nos condujeron a la sala de degustación. Nos ubicamos en los lugares que nos habían preparado en torno a una larga mesa. En cada lugar nos esperaba un individual, tres copas de vino (dos tintos y un blanco) y un “escupidero”. La enóloga Victoria Prandina nos explicó con paciencia los pasos para degustar el vino (fase visual, olfativa y gustativa) y algunos puntos a tener en cuenta para disfrutar al máximo la experiencia. Por ejemplo, nos indicó que la copa debe tomarse por la base, para no calentar el vino, que no sólo se puede relacionar un vino con un aroma y un sabor (café, chocolate, frutos rojos, ciruela, durazno, menta…) sino que muchas veces se lo relaciona con un momento específico: cierto vino puede ser el condimento ideal para que la experiencia de leer un libro en invierno junto al fuego se vuelva perfecta, pero otro puede ser la combinación exacta para que un asado con amigos se convierta en EL asado, así como otra etiqueta puede despertar en alguien la decisión de animarse a concretar algo. Lejos de ser una ciencia, la experiencia de tomar un buen vino es muy subjetiva, tiene algo de magia y de poesía, es muy sofisticada y a la vez, terriblemente antigua.

Merlot. Día 4

A las 6 am sonó el despertador. Nos miramos con los ojos aún cerrados. Veinte minutos después estábamos listas para volver a encarar la ruta en un viaje de 238 km hasta la histórica ciudad de San Rafael, el principal centro turístico de la región de Cuyo. Tuvimos la suerte de contar con la atenta guía del mismísimo bisnieto de Julio Balloffet, el francés que impulsó el desarrollo de San Rafael junto a su mujer y de la mano de su compatriota Rodolfo Iselin. A través de la apertura de canales de riego y nivelación de campos, promovieron la actividad ganadera y la agrícola. Estos visionarios franceses se encargaron de traer técnicos especializados, hasta el punto de convertir esta región en una potencia turística e industrial. San Rafael es famosa por el rafting, el esquí y los deportes de montaña, pero además es una ciudad prolija, con presencia de marcas internacionales y una afluencia turística sorprendente. Nos hospedamos en Algodón Wine Estates, un lodge alucinante que combina lo mejor del viñedo mendocino con el atractivo del golf internacional.

Durante nuestra estadía en San Rafael visitamos Valle Grande, un paraje internado en el Cañón del Atuel, a 37 km de la ciudad por la ruta provincial 173. Este gigante, producto de las más diversas formaciones rocosas, está ubicado junto al Río Atuel. Su atractivo va más allá de los paisajes, todo el trayecto tiene paradas obligadas con nombres curiosos. La idea es reconocer en las siluetas rocosas, diferentes figuras que retan a la imaginación a entender el porqué de sus nombres. Por ejemplo, una silueta es conocida como “el mendigo” y luego de varios minutos observando las rocas, uno

puede ver con total nitidez la imagen de un hombre con la mano extendida, como si pidiera limosna. San Rafael, volveremos a encontrarnos… con más tiempo.

Syrah. Día 5

Todo lo bueno termina. Nuestro último día se lo entregamos por completo a la región del Valle de Uco, uno de los tres oasis vitivinícolas de Mendoza. Este paraíso del vino se ubica al norte del río Tunuyán y forma parte de los departamentos de Tunuyán, Tupungato y San Carlos. Está rodeado por las altas cumbres de los Andes y tiene altitudes que oscilan entre los 900 y los 1200 metros sobre el nivel del mar. Es una zona muy fértil, con lluvias no muy abundantes y heladas casi diarias en los meses de junio, julio y agosto. Allí visitamos el lodge Alpasión, un proyecto que comparte un grupo de extranjeros amantes del vino, queven en este lugar el rincón para abstraerse del mundo y sumergirse en el silencio más absoluto, en un lugar moderno, con todas las comodidades. Desde allí puede observarse el punto exacto en el que se produjo “la consulta”. El hecho histórico por el que San Martín les “consulta” a los aborígenes cómo atravesar la Cordillera, consciente de que ellos le pasarían el mensaje a los españoles. Así fue que éstos quisieron adelantarse al libertador, quien había emprendido el cruce por otro punto estratégico. En el Valle de Uco, no sólo se respira aire puro de montaña, sino que hay datos históricos en toda la atmósfera.

Reflexión post viaje

La calidez de los mendocinos, la transformación de una ciudad devastada por un sismo, la diversidad de los varietales según la región geográfica, la exquisitez de sus platos de campo, son tan sólo reminiscencias de una provincia rebosante de vitalidad, en pleno crecimiento, que invita a quedarse. Que tienta y convence… que nos deja con ganas de más. Que seguramente volveremos a visitar y que sin duda recomendaremos de ahora en adelante.